a hípica panameña logró llevarse los máximos honores a nivel internacional con al menos dos de los mejores ejemplares en la cita de los Clásicos del Caribe.Panamá albergó por primera vez estos clásicos en 1970, pero la carrera la ganó Hashin de México con la monta del jinete azteca Pablo Yáñez estableciendo de allí en adelante el dominio de los mexicanos en la historia de estos clásicos.
Pero en 1973, Panamá vuelve a ser nuevamente sede de estos clásicos y es allí, cuando un ejemplar nacional, Montecarlo, se iría casi de punta a punta con la monta de Marcel Zúñiga para llevarse el codiciado evento que fue celebrado por todo lo alto por la afición deportiva.
Al año siguiente, otro ejemplar nacional, una yegua con el nombre de Barremina, participaba junto a Camello M del Clásico del Caribe celebrado en el antiguo hipódromo de El Comandante de San Juan, Puerto Rico. Barremina, que era una invicta en la competencia de la Triple Corona Nacional, y que era montada por Víctor Tejada logró la proeza de ser el primer triunfo panameño fuera de su país de origen y el segundo de manera consecutiva.
Más allá del evento caribeño, la hípica nacional celebró su Cincuentenario en 1972, mientras que se implantaba una jugada nueva, “La Polla” de aciertos de hasta seis llaves en 10 carreras programadas, una jugada que finalizaría en 1990, en tanto que una ley estatal que permitía un mayor impulso a la crianza de los ejemplares nacionales sobre los extranjeros, afectaría años más tarde a este deporte, pero existió otro campeón de la pista que sería recordado, El Mandamás, un importado argentino que se llevaría incluso el Gran Clásico Presidente de La República.