David y Goliath

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Carlos Alberto Martínez
EPASA

Los dos deportes de mayor arraigo, aunque diferentes en respaldo de diversos sectores, el béisbol, y el fútbol, tuvieron en Panamá a dos rivales a los cuales núnca había logrado siquiera una victoria a nivel de selecciones nacionales, cada uno en nivel de prestigio de su deporte: Cuba, en béisbol, y Costa Rica, en balompié.

En el béisbol, desde aquel primer choque oficial en los Juegos regionales de La Habana, en 1930, los panameños habían tenido decepciones en sus partidos, que incluyeron los propios juegos de 1938 en nuestro país, y en los llamados “Mundiales” de 1941 y 1943. Sin embargo, la hora del desquite se dio finalmente, cuando el 31 de octubre de 1944, en el 8vo. Mundial celebrado en Caracas, Venezuela, un cuadrangular solitario de León Kellman en la segunda entrada y sencillos de Clauzel y Roberts, más una brillante actuación en la lomita de Andrés “Andy” Alonso, dieron la combinación para que Panamá, desde la primera entrada mantuviera la victoria final de 6 carreras contra 2 de los cubanos, quienes tuvieron que utilizar otros dos lanzadores para controlar la batería ofensiva canalera.

La victoria fue celebrada días después en todo el país, esperando finalmente una victoria más ante los cubanos en la finalísima, pero Cuba tomó la dulce venganza y humilló a los nuestros por 8-0 para conquistar uno de sus tantos títulos mundiales alcanzados en la historia del béisbol aficionado.

Al fútbol también le llegó su momento. El primer enfrentamiento entre las selecciones de Panamá y Costa Rica, se dio en 1938, durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe en nuestro país, con un resultado funesto, al golear los costarricenses por 11-0 y la burla de la afición tica de “un gol para cada jugador panameño” cayó en sentimiento de verdadera rabia a los panameños. Pasarían los campeonatos centroamericanos de 1941 y 1946 para que Panamá siguiera recibiendo goleada tras goleada de los “ticos”, pero el freno llegó, en Barranquilla, Colombia, el 21 de diciembre de 1946, en vísperas de Nochebuena, cuando en el marco de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, ambas selecciones se enfrentaron y de allí salió la sorpresa. A los 35 minutos de jugado el partido, Carlos “Negro” Martínez, se convirtió en el primero en quebrantar la valla invicta de los “ticos” en estas series, y luego a los 42, Santiago “Piepá” (“Paper” o “Papel” en el inglés afroantillano) Anderson, puso el 2-0 definitivo y quebrando de esa manera ocho años, 10 meses, 5 días y casi 305 minutos de juego de que los canaleros no le ganaban a Costa Rica.

La proeza futbolística, tuvo un premio, ya que la selección no sólo alcanzó su primer lauro futbolístico con un subcampeonato regional, y apenas la victoria tuvo una mayoritaria celebración en las calles criollas, sino que la selección nacional fue objeto de la Condecoración de la Orden Al Mérito Vasco Núñez de Balboa, la más alta que se daba por vez primera al deporte, impuesta por el Presidente de la República, Don Enrique A. Jiménez, un entusiasta del fútbol y también del béisbol. Ningún atleta recibiría esta orden hasta 1985, cuando fue distinguido el pelotero Rodney Clyne Carew.

 

 


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