ientras tanto en los Estados Unidos se continuaban reuniendo pruebas en contra de Noriega para llevarlo a juicio por narcotraficante y otras acusaciones. Asimismo, en septiembre de 1987, Estados Unidos aplicó sanciones económicas a Panamá y se comenzó a hablar de la salida del general de Panamá. Aunque las sanciones económicas no decidieron la suerte de Noriega y éste finalmente se negó a abandonar el país, la justicia norteamericana si logró su objetivo. En febrero de 1988 los Grandes Jurados Federales de Miami y Tampa encausaron a Manuel Antonio Noriega acusándolo de tráfico de drogas, lavado de dinero y pandillerismo. Siguiendo instrucciones de Washington, el 25 de febrero Delvalle separó a Noriega de su cargo como Comandante de las FFDD para ser investigado. Pero el Estado Mayor no acató las órdenes del Presidente y, al día siguiente, una Asamblea Legislativa dominada por Noriega destituyó a Delvalle y al segundo Vicepresidente Roderick Esquivel, y nombró Presidente al Ministro de Educación Manuel Solís Palma. Pero las consecuencias no se redujeron tan sólo al cambio de Presidente sino que tuvo hondas repercusiones económicas cuando se produjo la retención del capital del Banco Nacional en los Estados Unidos. Como esta entidad abastecía al mercado bancario, todos los Bancos de Panamá cerraron sus puertas por la falta de flujo y el sistema financiero se tambaleó.
Según estudios de la CONEP, la economía nacional funcionaba entonces apenas al 40% de su capacidad y la actividad comercial, industrial y pública se encontraba reducida a su mínima expresión. Pero la CONEP consideraba que la crisis económica requería de soluciones políticas.
El 16 de marzo de 1988, en medio de este caos político, social y económico se llevó a cabo un intento de golpe de cuartel contra Noriega. Los cabecillas fueron Leonidas Macías y Bernardo Barrera, pero el golpe se frustró y los implicados fueron encarcelados. El Consejo de Gabinete declaró el estado de urgencia nacional y declaró que existía una real situación de guerra no declarada.
Pese a esta situación de deterioro, aún el Deparatmento de Estado intentó llegar a un arreglo con Noriega. El mismo requería que Noriega accediera a retirarse del poder antes de las elecciones de 1989, con el fin de asegurar unas elecciones limpias y puras que condujeran a la democratización de Panamá. Después de dos meses de negociaciones, y del fallido Plan Blandón, el dictador expresó que no saldría al exilio.
Para entonces, el gobierno norteamericano reconocía como Presidente constitucional de Panamá a Eric Arturo Delvalle, a quien protegía. Como Presidente fantasma entre la Zona del Canal y Washington, Delvalle disponía de 375 millones de dólares que Ronald Reagan le retenía a Panamá en concepto de pagos por el Canal, impuestos de compañías estadounidenses y otros. Por esta época, también se comenzaron a organizar los Batallones de la Dignidad para defender a la patria de la agresión extranjera y que fueron adiestrados por el siniestro asesor israelí Mike Harari.