El problema de la educaci�n nacional

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Dr. Celestino Andr�s Ara�z
Dra. Patricia Pizzurno

Cuando en 1956 de la Guardia asumi� la presidencia hizo �nfasis en el hecho de que uno de los problemas m�s acuciantes era el de la educaci�n nacional. Entre 1940 y 1950, la poblaci�n en edad escolar hab�a crecido en un n�mero cercano a las 90.000 unidades. Sin embargo, el 38% no recib�a instrucci�n. Ello creaba frustraci�n e insatisfacci�n. Para hacer frente a esta situaci�n se necesitaban 2.000 nuevos maestros, m�s de 300 escuelas y 16 millones de balboas. Sin contar, claro est�, las medidas que se deb�an adoptar en el campo donde el absentismo alcanzaba �ndices elevad�simos. Pero ello no era todo. Seg�n el primer mandatario hab�a que tener en cuenta los pobres resultados obtenidos por la educaci�n impartida, para lo cual era necesario revisar los planes y programas ; proveer los medios necesarios para la superaci�n de los profesores en el aspecto intelectual; investigar hasta la ra�z el funcionamiento de la Universidad y rectificar las deficiencias que se identificaran.

Pese a estas buenas intenciones iniciales, en realidad el gobierno no adopt� medidas en�rgicas para corregir la situaci�n, sino hasta 1958 cuando El Panam� Am�rica comenz� a denunciar el mal estado de las escuelas. En mayo de este a�o, estudiantes, padres de familia y profesores de la capital y del interior marcharon hasta la Presidencia de la Rep�blica para presentarle un pliego de peticiones al Presidente de la Guardia. El mandatario no pudo recibirles y fueron atendidos por el jefe de Relaciones P�blicas, quien s�lo permiti� el acceso de un grupo reducido de representantes. El gobierno respondi� que aunque carec�a del dinero suficiente para atender todos los puntos contemplados en el pliego, s� reparar�a de inmediato el primer ciclo de Aguadulce que se encontraba en condiciones f�sicas deplorables.

Pero esta respuesta y principalmente, el hecho de que el Presidente no hiciera el esfuerzo por atender a la delegaci�n, fueron mal recibidos. De manera que prosiguieron las protestas y se organizaron mitines frente a la Asamblea Nacional.

Por su parte, la Uni�n de Estudiantes de Panam�, solicit� una reuni�n con el Presidente para mediados de mayo, pero una vez m�s de la Guardia se neg� a recibirlos. Esta situaci�n agot� la paciencia de los estudiantes , quienes realizaron una gran manifestaci�n, durante la cual fueron brutalmente reprimidos por el gobierno y el estudiante Jos� Manuel Ara�z result� muerto. El 19 de mayo se realiz� una marcha silenciosa de estudiantes y se le exigi� al Presidente la renuncia del Ministro de Educaci�n V�ctor M. Juliao, as� como de los Comandantes de la Guardia Nacional y el castigo para los culpables de la muerte del compa�ero. Entretanto, la prensa no cesaba de denunciar la actitud del gobierno. Aunque el Presidente rechaz� las demandas del estudiantado, s� prometi� que pondr�a en libertad a los compa�eros detenidos. Insatisfechos con esta respuesta , la Uni�n de Estudiantes Universitarios y la Federaci�n de Estudiantes de Panam� convocaron una huelga indefinida con el respaldo de algunos sindicatos obreros.

El 22, los estudiantes se desplazaron a distintos puntos de la capital y nuevamente se produjeron choques violentos con la Guardia Nacional, con el tr�gico saldo de decenas de heridos y ocho muertos. En respuesta, el gobierno suspendi� las garant�as constitucionales. Por mediaci�n del Rector Jaime de la Guardia, los estudiantes refugiados en el Instituto Nacional fueron trasladados a la Universidad de Panam�. Ello permiti� que en los d�as subsiguientes el movimiento perdiera fuerza y se diluyera.

Dentro de este contexto se lleg� a la firma del llamado Pacto de la Colina

suscrito entre el gobierno y los representantes estudiantiles. Este documento planteaba el compromiso del gobierno para resolver la crisis de la educaci�n y dar cumplimiento a las aspiraciones de los estudiantes. Para cumplir lo acordado se crear�an nuevos impuestos que permitir�an disponer del dinero necesario. Se acord� tambi�n el pago de indemnizaciones o compensaciones a las familias de los fallecidos y lesionados. Se estableci� que los Comandantes de la Guardia Nacional ser�an nombrados y removidos por el Presidente de la Rep�blica, de acuerdo con la Constituci�n Nacional, al tiempo que se establec�an otras medidas para minimizar el poder del cuerpo armado.

El Pacto de la Colina puso fin a la violencia desplegada las semanas anteriores, pero de ninguna manera solucion� la crisis de la Educaci�n Nacional.

Adem�s, el Pacto no fue cumplido a cabalidad y la insatisfacci�n estudiantil sigui� latente . En octubre, recrudecieron las protestas cuando el gobierno present� reformas a la Ley Org�nica de Educaci�n de 1946. La propuesta eliminaba la Comisi�n de Escalaf�n. Las protestas provocaron que el Ministerio de Educaci�n ordenara el cierre temporal de todos los colegios secundarios. Ante la sospecha de que se guardaban armas en el Instituto Nacional, efectivos de la Guardia rodearon el edificio para allanarlo, pese a que en el interior se encontraban reunidos padres de familia, profesores y estudiantes. Fue gracias a la mediaci�n de Carlos Iv�n Z��iga, Ernesto Castillero Pimentel y Manuel Sol�s Palma que el Instituto logr� ser abandonado en forma pac�fica. El estado de insatisfacci�n y enfrentamiento persisiti� y ello explica otros movimientos que se suscitaron en el pa�s y en el que participaron activamente grupos estudiantiles.

 

 


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