Nacionalismo y radicalismo (1956-1968) Un gobierno difícil, en una época de recesión económica
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Dr. Celestino Andrés Araúz
Dra. Patricia Pizzurno
La muerte de Remón desarticuló el panorama político de Panamá. Durante más de una década Remón había colocado y destituido Presidentes, había subyugado los Poderes del Estado, censurado la prensa y ejercido un poder absoluto sobre todo el país. La oposición se había disgregado, los estudiantes se encontraban silenciados y los grupos de izquierda se hallaban dispersos. De pronto, la muerte de Remón liberó, de la noche a la mañana, todas estas fuerzas. Para las elecciones de 1956 la nación se encontraba exhausta. Aún no encontraba el rumbo después de la muerte de Remón y cualquier medida parecía tener el sello de la transición. De manera que los ardores políticos de antaño parecieron atenuarse bajo estas condiciones y en las elecciones de este año solo se presentaron dos candidatos: Víctor Florencio Goytía antiguo miembro de Acción Comunal y Ernesto de la Guardia jr., considerado un hombre probo y talentoso, en torno a quien cerró filas la oligarquía. De la Guardia se alzó con el triunfo y comenzó a gobernar el 1 de octubre de 1956, dando inicio a uno de los perío-dos más difíciles y agitados de nuestra historia, pese a que fue el primer mandatario elegido constitucionalmente que, en 24 años, desde Harmodio Arias, logró completar su período presidencial. Varios fueron los factores que coadyuvaron para que de la Guardia tuviera que hacer frente a tantos y tan variados problemas. En primer lugar, debemos tener en cuenta que los grupos nacionalistas, estudiantiles y profesionales acababan de salir después de la muerte de Remón, de una época de gran represión. Por lo tanto, se hallaban desbordados. En segundo término, la crisis económica por la que atravesaba Panamá le impidió al gobierno materializar los programas sociales que exigía la ciudadanía, sobre todo en áreas tan sensibles como la educación. En tercer lugar, la influencia de la revolución cubana que rápidamente se extendió por todo el continente, inflamó la imaginación de los jóvenes panameños que se propusieron imitar la gesta de Sierra Maestra. En cuarto lugar, el recio control ejercido durante la Guerra Fría en el campo de las ideas por los Estados Unidos y que Remón había interpretado a las mil maravillas , creó descontento y rechazo, máxime cuando Washington no satisfizo las demandas reivindicatorias de Panamá e impidió que la bandera panameña ondeara junto a la norteamericana dentro de la Zona del Canal. Debemos recordar que, por estos años, cualquier crítica contra los Estados Unidos se consideraba un ataque comunista. Por tanto, no fue extraño que los grupos nacionalistas fueran sindicados de rojos. En quinto y último lugar, no debemos perder de vista el poder de la prensa escrita en aquellos años, desde cuyas páginas los adversarios del Presidente azuzaron a los grupos estudiantiles en contra del gobierno. Es indudable, que los periódicos jugaron un papel importante en la crisis que se suscitó. La economía nacional no mantuvo, en 1955, el mismo comportamiento favorable que en los dos años anteriores, cuando presentó un superávit cercano a los tres millones de dólares. A partir de entonces, la desaceleración fue la moneda corriente y el déficit anual acumulado rondó siempre el millón de dólares. En 1959, el Ministro de Hacienda y Tesoro, Fernando Eleta presentó un informe en el que estudiaba las condiciones económicas del país y exploraba las causas de la crisis casi endémica. Eleta señaló que la situación no era nueva y se venía presentando desde los 15 o 20 últimos años, durante los cuales la economía se había desarrollado a un ritmo moderado. En su opinión, desde 1945, se podían identificar dos períodos bien diferenciados, a saber: el primero llegaba hasta 1950 o 1951 y se caracterizaba por la depresión o estancamiento, en tanto que en el segundo, que llegaba hasta finales de la década, se podía apreciar un leve ascenso económico y el alza en el nivel de vida. Sea como fuere, el gobierno se encontraba para entonces sin circulante y con las arcas semivacías. En su opinión existían cuatro factores que conspiraban contra el crecimiento económico: 1) la estrechez del mercado era, sin duda, uno de los aspectos más desalentadores para el desarrollo económico. Pero no se trataba solamente del reducido número de habitantes, sino y sobre todo, del bajo nivel de ingresos de la población , derivado de la inadecuada distribución de la riqueza, así como por la existencia de amplios sectores marginados del mercado nacional y el crecido número de desocupados o subempleados. Estos factores constreñían el mercado interno, inhibiendo la inversión de capitales y debilitando las posibilidades de crecimiento; 2) Otro factor que frenaba el crecimiento económico era la escasez de capital social básico, pues los medios de transporte eran escasos y costosos, al igual que la energía y las obras de irrigación. Ello presionaba en forma negativa sobre la productividad de la inversión, por los altos costos de producción; 3) La inadecuada distribución de la tierra y el inapropiado régimen de tenencia. El censo agropecuario de 1950 reveló que más de 1/3 del total de las explotaciones agropecuarias se asentaban en extensiones inferiores a las dos hectáreas, al tiempo que existían grandes latifundios. También se detectó que las 4/5 partes del total de las explotaciones usufructuadas eran de propiedad estatal, y 4) Las deudas del Estado que para 1950 habían crecido hasta alcanzar los 30 millones de dólares. Se constató que parte de la deuda contratada había servido para pagar, por lo menos, e1l 7% del total de gastos del gobierno. Ya para entonces la gran acreedora del Estado era la Caja del Seguro Social. Según el Ministro, estos factores incidían negativamente sobre la economía panameña y eran los responsables que la misma creciera apenas un 3% anual. Pese a los esfuerzos realizados, no se logró nivelar el presupuesto . Solo en 1957, se produjo un superávit que fue rápidamente absorbido por los déficits de los años subsiguientes.
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