Amador Guerrero: controversias
con los Estados Unidos y conflictos políticos internos
Manuel
Amador Guerrero
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Dra. Patricia Pizzurno
Dr. Celestino Andrés Araúz
El 20 de febrero de 1904, la Asamblea Nacional Constituyente,
al tiempo que promulgó la Constitución, eligió
a Manuel Amador Guerrero como primer Presidente. Pareció
prudente en aquel momento no someter a la nación a una
elección popular y Amador fue elegido por los servicios
prestados al movimiento separatista. De inmediato, procedió
a nombrar su Gabinete , pero no se designó Secretario
de Guerra y Marina, con lo que la cartera desapareció.
Era el primer paso que se daba para la eliminación del
ejército nacional.
A mediados de año se presentaron
los primeros problemas con los Estados Unidos, cuando esta nación
aplicó, un arancel proteccionista llamado Tarifa Dingley
en la Zona del Canal, que eliminaba a los comerciantes panameños
del abastecimiento de la Zona. También se declaró
este territorio abierto al comercio del mundo, al tiempo que
se consideró a los puertos de Ancón y Cristóbal
como terminales de la Zona del Canal y se establecieron Oficinas
Postales. Como es natural, las protestas por parte de Panamá
no se hicieron esperar y tanto el canciller Tomás Arias,
como posteriormente el Ministro de Panamá en Washington
José D. de Obaldía protestaron enérgicamente
ante las autoridades de la Zona y el Departamento de Estado.
Pese a la posición intransigente
del Secretario de Estado John Hay, quien le respondió
a Obaldía que la soberanía de la República
sobre la Zona equivalía a un "cetro sin valor",
el Presidente Theodore Roosevelt se mostró partidario
de llegar a un arreglo con Panamá. Es evidente que además
de cualquier otro tipo de consideración debe haber pesado
en el mandatario, la necesidad de mantener la paz, el orden y
hasta cierto punto satisfechos a los panameños para no
estorbar la obra del Canal. Roosevelt declaró que no pensaba
implantar una colonia en medio del territorio panameño
y, acto seguido, envió al Itsmo a su Secretario de Guerra
William H. Taft. En diciembre, concertó el denominado
el Convenio Taft entre los Estados Unidos y Panamá, que
fue un acuerdo comercial que salvaguardaba los intereses de los
comerciantes nacionales y de la misma República y que
se mantuvo vigente hasta 1924.
Sin duda, este incidente puso
fin a la luna de miel del gobierno nacional con los Estados Unidos
y también puso sobre alerta a los panameños respecto
al Tratado Hay-Bunau Varilla. No era sólo lo malo que
pudiera resultar en la letra, sino también lo que no decía
y Estados Unidos interpretaba, de manera que ya a finales de
1904, Amador nombró una comisión ad hoc para reformar
este pacto. La misma quedó integrada por Belisario Porras,
Francisco Filós, Francisco Mutis Durán y Ricardo
Arias. Aunque la comisión realizó la revisión
proponiendo reformas, sobre todo, en el aspecto económico-fiscal,
lo cierto es que Estados Unidos no estaba dispuesto a considerar
ningún cambio. Era indudable que había firmado
el tratado más conveniente a sus intereses y no había
razón para cambiarlo.
También a mediados de
este primer año de vida independiente se firmó
el Convenio Monetario que Eusebio A. Morales y Ricardo Arias
negociaron en los Estados Unidos con William H. Taft. El mismo
establecía la adopción del dólar estadounidense
de patrón oro, bajo la denominación de Balboa.
Panamá se comprometió a recoger toda la moneda
de plata colombiana que aún circulaba en la República
y a depositar como garantía 500.000 dólares en
un banco norteamericano.
Asimismo, se realizó la
Delimitación Provisional de la Zona del Canal y se firmó
un Convenio de Extradición General con la Zona que contemplaba
todos los delitos, excepto los políticos. Por esta razón,
con el tiempo la Zona del Canal y sobre todo el Hotel Tívoli,
inaugurado en 1908, se transformaron en el lugar de refugio de
los políticos panameños, cada vez que confrontaban
problemas a lo interno del país.
Respecto a las relaciones exteriores
este primer gobierno intentó llegar a un acuerdo limítrofe
con Costa Rica. A tal efecto, se firmó el Tratado Guardia-Pacheco,
pero desafortunadamente no fue ratificado. Las dificultades para
llegar a un arreglo en la delimitación de las fronteras
entre ambas naciones dio paso a la ingerencia norteamericana
y, finalmente, desembocó en la Guerra de Coto, en 1921.
Una de las principales preocupaciones
de la administración fue el problema de la educación
nacional e incluso de la civilización de indígenas.
Como ya señalamos, más del 70% de la población
era analfabeta, de manera que se comenzó por fundar escuelas,
nombrar maestros y otorgar becas para realizar estudios en el
extranjero. Igualmente, se envió al sacerdote jesuita
Leonardo Gassó a San Blas con el fin de civilizar a los
indígenas utilizando los métodos tradicionales
de conversión al catolicismo y se fundó en la capital
una escuela para indios Kunas. Ambas medidas tuvieron escasa
efectividad y con el tiempo hubo que ensayar otros métodos.
Entre 1904 y 1906, los norteamericanos
culminaron los trabajos de alcantarillado y pavimentación
de las ciudades terminales, obras por las que nuestro país
tuvo que pagar seis y medio millones de dólares. Ambas
obras cambiaron el aspecto de la ciudad, así como las
costumbres de sus habitantes y redujeron notablemente sus índices
de mortalidad y morbilidad. En 1905, por primera vez, hubo agua
potable en la ciudad capital y al año siguiente en Colón.
Pero no todo fue tan prometedor.
Rápidamente se puso de manifiesto que el ejército
nacional comandado por el General Esteban Huertas, estaba integrado
por efectivos díscolos , insubordinados, indisciplinados,
levantiscos y venales. La tropa carecía de entrenamiento
y constituía un factor de perturbación e inestabilidad
social. Rápidamente también se puso de manifiesto
que Estados Unidos no veía con buenos ojos a este cuerpo
y que, por el contrario, quería deshacerse de él.
Además, consideraba que Panamá no necesitaba ejército,
pues por el artículo I del Tratado hay-Bunau Varilla,
Estados Unidos garantizaba la independencia de la nueva República,
es decir su seguridad externa. De manera que comenzaron a presionar
a Amador Guerrero para que eliminara el ejército, licenciara
a la tropa y mantuviera en el país una Policía
entrenada por los Estados Unidos. Pero Amador Guerrero dudó.
Los acontecimientos posteriores,
sin embargo, lo llevarían a adoptar la recomendación
del Encargado de Negocios norteamericano. Desde mediados de 1904,
se hizo evidente el malestar que imperaba dentro de las filas
del Partido Liberal que siendo el colectivo mayoritario, tenía
apenas una representación insignificante en el gobierno.
Un grupo de liberales, apoyados por Esteban Huertas, comenzaron
a exigirle al gobierno la destitución de los Secretarios
de Relaciones Exteriores y de Instrucción Pública,
Tomás Arias y Nicolás Victoria Jaén, respectivamente.
Como Huertas comandaba los 250 soldados que integraban el ejército
nacional, parecía el socio ideal de los liberales a fin
de atemorizar al gobierno. Después que Huertas le exigió
a Amador proceder a los cambios solicitados, el Presidente buscó
consejo en la Legación estadounidense.Entonces, se le
recomendó, como ya dijimos, eliminar el ejército
y deshacerse de Huertas.
Pero Amador quería a toda
costa evitar una confrontación y accedió a reemplazar
a Tomás Arias por Santiago de la Guardia. La medida no
satisfizo a Huertas, quien continuó insistiendo en forma
amenazadora. El 13 de noviembre, poco después de la celebración
del primer aniversario de la creación de la República,
se descubrió un complot para derrocar al Presidente y
tomar prisionero a de la Guardia, entonces sí Amador decidió
seguir el consejo de la legación. Cinco días después,
Amador le solicitó la renuncia a Huertas, quien pasó
a retiro después de dirigirle una larga carta al Presidente
en la que en un lenguaje grandilocuente, culpaba a los Estados
Unidos de lo acontecido. Acto seguido, se licenció a la
tropa y la República eliminó su ejército.
También hubo otros serios
problemas durante este primer año de vida republicana.
La falta de experiencia de gobierno, el modelo político
corrupto heredado de Colombia y que había campeado durante
la vigencia del Estado Federal, creando inestabilidad y desasosiego,
fue el mismo que aplicaron nuestros gobernantes en las elecciones
legislativas, municipales y presidenciales, durante las primeras
tres décadas republicanas. Además, nuestra primera
Constitución establecía que el Presidente de la
República se elegía cada cuatro años, pero
los Designados, los diputados y los concejos municipales se renovaban
cada dos años. Ello provocó que se viviera en permanente
campaña electoral, lo que no contribuyó a crear
un clima de paz y de progreso.
Las primeras elecciones que se
llevaron a cabo en Panamá se realizaron en diciembre de
1904 para elegir a los diputados y concejos municipales. El resultado
recién se conoció en febrero de 1905 y le otorgó
la mayoría de las circunscripciones a los liberales. Pero
se produjeron muchas denuncias de fraude e intimidación.
Las siguientes elecciones para
diputados se celebraron en 1906, pero un año antes un
grupo de liberales entre los que estaban Belisario Porras, Eusebio
A. Morales, Pablo Arosemena, y Domingo Días, viajaron
a Washington para solicitar la supervisión de los Estados
Unidos. Pero el Secretario de Estado Elihu Root se negó
a intervenir. pese a la solicitud que poco después también
realizó Amador. Las elecciones fueron violentas y arrojaron
un saldo de varios muertos y heridos , así como una veintena
de liberales arrestados.
En 1908, se realizaron las primeras
elecciones presidenciales, en que participaron los dos partidos
políticos. Con la experiencia de las pasadas elecciones
Roosevelt le comunicó a Amador que su país no toleraría
un comportamiento electoral similar al de dos años atrás,
ni fraude electoral. Es más, le advirtió que de
ser necesario intervendría en Panamá, amparado
en el artículo 136 de la Constitución. El gobierno
, entonces, nombró una Comisión de Investigación
Electoral e invitó a los Estados Unidos a participar.
Los candidatos fueron Ricardo Arias, por el Partido Constitucional
de tendencia conservadora, a quien se consideraba el candidato
oficial de Amador , y José Domingo De Obaldía un
conservador postulado por los liberales. Estas fueron las últimas
elecciones en las que participó el Partido Conservador,
como ya señalamos, pero también fueron las últimas
en las que el liberalismo corrió unido. De Obaldía
ganó sin dificultad este torneo, máxime cuando
Ricardo Arias retiró su candidatura. Amador Guerrero se
lamentó por la supervisión electoral y no asistió
a la toma de posesión de su sucesor. |