Aunque probablemente a muchos lectores la noticia no los tome por sorpresa, la ciencia ha confirmado lo que muchos temían: el estrés emocional prolongado acelera el proceso de envejecimiento a nivel celular y provocar la aparición de algunos síntomas tan evidentes como las temidas canas o las arrugas.
Así lo ha demostrado un equipo de la Universidad de California, en los Estados Unidos después de analizar a un grupo de 39 mujeres sometidas a una situación de estrés constante y prolongada, debido a las enfermedades crónicas que padecían sus hijos (autismo, parálsis cerebral, entre otras). Su proceso de envejecimiento se comparó con el de otras 19 madres de perfil similar pero cuyos vástagos estaban sanos.
CUERPO Y MENTE
Estas mismas participantes eran las que presentaban mayores niveles de estrés oxidativo, un proceso relacionado con la presencia de radicales libres capaces de dañar el material genético y acelerar la aparición de síntomas como debilidad muscular, problemas de piel, dificultades de audición y otros, relacionados con las capacidades cognitivas.
Pero no sólo eso, las impresiones subjetivas de las mujeres sobre su situación, también repercutieron a nivel celular. "Las madres que tenían una mayor percepción de su estrés eran las que peor puntuaron en todas las escalas: tenían los telómeros más cortos y los niveles de telomerasa más bajos", explica el científico Robert Sapolski. Además le envió un mensaje a los 'estresados': "Hay que tomárselo en serio, si uno se siente agobiado hay que darle un respiro al organismo, hacer cambios en el estilo de vida y promover el bienestar".