La Unión Europea es considerada por muchos como el bloque de estados más democrático, diverso y complementario que existe en la actualidad. Lo destacable de la UE es su forma de integración política y comercial, que ha permitido que naciones muy diferentes en carácter étnico o idiomático, han logrado aceptar la vigencia de una moneda única, la abrogación de las barreras aduaneras y el respeto a las variadas nacionalidades dentro del bloque.
Este experimento exitoso se ha intentado aplicar en otras latitudes. Con el Sistema de Integración Económica de Centro América (SUECA), la UE impulsa la integración comercial y económica del Istmo, desde Guatemala hasta Panamá, para lograr que 40 millones de personas obtengan beneficios del libre comercio en condiciones iguales y sin barreras sociales injustas.
Otros proyectos previos de acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de Centro América y República Dominicana (CAFTA-RD) firmado con los Estados Unidos, buscó un mecanismo para acelerar el intercambio económico, pero a la larga ha demostrado no ser un elemento que aporte a la defensa de los derechos de los campesinos, de los trabajadores o de los empleados de empresas privadas sujetas a la amenaza de despidos masivos, por la competencia de conglomerados norteamericanos poderosos.
En la negociación del CAFTA-RD, igual que en el Tratado de Preferencias Comerciales (TPC) que se pretende implementar entre Panamá y EEUU, no hubo real consenso o participación de los grupos sociales afectados.
El CAFTA-RD y el TPC, pendiente a ratificar por Washington, no aporta una real protección a los derechos laborales en Centro América, algo que incluso los mismos legisladores demócratas han cuestionado en el Congreso norteamericano. Tampoco se menciona un sistema de abrogación de visados a centroamericanos que quieran viajar a EEUU de forma libre y no discriminativa.
A diferencia de los pactos arriba analizados, el previsto Acuerdo de Asociación con la UE, plantea una abierta participación de los sectores laborales marginados en el CAFTA-RD o en el TPC. No hay "cuartos de al lado" o reuniones secretas entre empresarios con diplomáticos o políticos de los gobiernos.
Panamá tiene en perspectiva más oportunidades de concretar un tratado comercial con Europa, en vez de esperar a que los norteamericanos decidan o no ratificar el TPC. Ya la posible futura presidenta de EEUU, Hillary Clinton, sentenció de muerte el TPC con Panamá y Colombia, por la cuestión de los derechos laborales, los derechos humanos y la elección de Pedro Miguel González como jefe del parlamento panameño.
El mundo no está compuesto solamente por EEUU. ¿Porqué no exploramos más acuerdos de libre comercio con Canadá, México, el Pacto Andino, el MERCOSUR, Corea del Sur, Japón o China Continental?
Es la hora que el Gobierno panameño abra más el espectro de negociación comercial con otros países, viendo que será casi imposible pactar algo con los gringos. El momento lo indica.