Un caballo puede ser elegido por su pelaje o color.
Los cinco pelajes básicos del cuerpo de los caballos (capas) son: El Zaino, que es una mezcla de rojo y amarillo en el que predomina este último; El Oscuro, cuyo pelaje es completamente negro, inclusive en el hocico y flancos; el Tostado, que es casi negro, pero puede distinguirse por los pelos finos castaños o tostados del hocico y los flancos; El Alazán que típicamente de color rojizo y El Blanco que nace blanco y se mantiene así toda su vida. Además de los cinco colores básicos, existen otras tantas variedades importantes; que son el Bayo que trata de un color amarillento; El Tordillo que presentan una mezcla de pelos blancos y negros; El Palomino que es de capa dorada; El Pinto que se caracteriza por presentar sobre un fondo blanco áreas irregulares de color negro (pío) o de cualquier otro color y El Rosillo que tiene una mezcla de pelos blancos con uno o más colores básicos, como el blanco con colorado (rosillo colorado), blanco con alazán (rosillo alazán) y blanco con negro ( caballo moro). Elegir un buen caballo, será marca y distinción de un buen caballero, que no es sinónimo de jinete, fue también un título de cortesía y se usa hoy para caracterizar al hombre digno, honorable y distinguido.