Minas explosivas esparcidas por Centroamérica por el huracán Mitch

Honduras
AP

Calixto Carranza estaba plantando melones en un campo inundado por el huracán Mitch cuando vio algo en la tierra.

Después de años como campesino en este poblado cercano a la frontera con Nicaragua, había visto muchas minas explosivas pequeñas latas azules con pequeños botones en su parte superior, pero ésta parecía el tapón de una llanta.

En realidad, era una mina antitanque, mucho más poderosa que las minas que el campesino hubiera reconocido. Cuando la picó con la punta de su machete, la explosión lo lanzó a 24 metros de altura.

Su cuerpo cayó al suelo en pedazos.

Tomó varios años para que trabajadores en Centroamérica hicieran mapas de las decenas de miles de minas terrestres que quedaron plantadas tras las guerras civiles de los años 80.

Pero en cuestión de días, las inundaciones provocadas por el huracán Mitch hace un mes desplazaron esas minas a través de campos y poblados, y nadie sabe dónde se quedaron. Los esfuerzos para eliminar las minas han sido retrasados varios años.

Sabemos que las aguas desplazaron las minas, pero no sabemos qué tanto, por lo que probablemente tomará más tiempo y dinero para terminar de revisar lasreas'', dijo el teniente Guillermo Leal del ejército colombiano, jefe de la misión de la Organización de los Estados Americanos para eliminar las minas de Centroamérica.

Mientras tanto, los campesinos están preocupados que podrían convertirse accidentalmente en detectores de minas. Desde el desastre, minas desplazadas han matado a tres campesinos, incluyendo a Carranza, y han herido a ocho personas en Nicaragua y Honduras.

Estamos aterrorizados de regresar a los campos'', dijo Genaro Funez, un joven de 17 años cuya mandíbula fue rota en la explosión que mató a su primo, José Carranza, en el poblado de Santa Catarina a 20 kilómetros de la frontera con Nicaragua.

Carranza, de 34 años, estaba trabajando con un grupo de 14 personas en los campos de melones el 18 de noviembre. Todos fueron arrojados al suelo por la explosión, y otro primo de Carranza, Cándido Ortiz, murió media hora después en el campo, con un lado de su cuerpo abierto por la explosión.

La ayuda más cercana estaba a 14 kilómetros de distancia. Funez caminó con su mandíbula destrozada. Ariel Carranza, de 13 años, caminó a través del lodo y trozos derbol dejados por el huracán, con parte de su antebrazo eliminada.

Los demás los siguieron, algunos con cortadas por los pedazos de mina que volaron por el aire, cargando a Enrique Linares, de 19 años, en una hamaca a causa de su muslo roto.

Me duele tanto'', dijo Linares tratando de ajustarse en una cama sudada. Pero no tengo dinero para comprar medicina para el dolor''.

En Nicaragua, más de 70.000 minas terrestres siguen enterradas después de un esfuerzo de tres años para limpiar al país. Su posición fue alterada significativamente por el huracán, de acuerdo a funcionarios.

El doctor Enrique Sandoval, director del Hospital Sur de Honduras cerca de la frontera nicaraguense, atendió a más de 75 víctimas de minas entre 1988 y 1994 bajo un programa de rehabilitación gubernamental que fue posteriormente suspendido por falta de fondos.

Sabemos que este instrumento de muerte todavía existe aquí una década después de una guerra que no era nuestra'', dijo. Fueron dejadas aquí indiscriminadamente sin ninguna preocupación por el sufrimiento que causarían.''

 

 

 

 

 

 



 

Después de años como campesino en este poblado cercano a la frontera con Nicaragua, había visto muchas minas explosivas pequeñas latas azules con pequeños botones en su parte superior, pero ésta parecía el tapón de una llanta.

 

PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD REPORTAJES | VARIEDADES | CRONICA ROJA | EDICION DOMINICAL | EDICIONES ANTERIORES


   Copyright 1996-1998, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.