OPINION

REFLEXIONES
Antisemitismo

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Por Carlos Christian Sánchez
Asesor Diplomático

La masacre ocurrida recientemente en Mombasa, Kenia, en donde más de una decena de personas murió, evidenció el odio extremista de un grupo militante islámico contra personas con ideas diferentes a su causa. Varios turistas israelíes perecieron en el incidente, en lo que pudo ser otro ataque terrorista de la red Al Qaeda de Osama bin Laden.

Sin embargo, ese mismo día, en el aeropuerto de Nairobi y en una sede política de un partido judío en Israel, sucedieron varios actos violentos que muy bien pudieron aumentar el nivel de víctimas dentro de la oleada terrorista en esta virtual Tercera Guerra Mundial.

En el tapete, también los atentados de la semana pasada son evidencias de que todavía hay signos de xenofobia contra los judíos. El antisemitismo y la causas nacionalistas de algunos países musulmanes se han mezclado peligrosamente, creando un cóctel letal de odio y sed de venganza. Que poco hemos aprendido de hechos de la historia, en donde el extremismo racial, el radicalismo religioso y la no tolerancia han costado la vida a millones de inocentes.

De que los israelíes, judíos o hebreos, como usted los quieran llamar, no comulguen con nuestra religión (sea cristiano, budista o musulmán), eso no significa que debamos repudiarlos u odiarlos. No debemos copiar el mal ejemplo que realizan ciertos elementos fanáticos de la ultraderecha fascista, de la cual amedrentan contra empresas y negocios de inmigrantes extranjeros que se instalan en determinados países.

De que haya un conflicto bélico en el Medio Oriente, en donde dos fuerzas, los israelíes y el mundo árabe, luchan por la supremacía regional, eso tampoco da pie a extender dicha crisis a nuestras sociedades. Claro que nos debe preocupar el hecho de las ocupaciones armadas del Ejército israelí, de los operativos que violan los derechos humanos de los moradores de los Territorios Ocupados desde 1967 (a saber, Gaza y Cisjordania), pero menos se puede tolerar los terribles atentados suicidas de jóvenes palestinos que, inmersos en el extremismo islámico, cometen un sacrificio por una causa tal, matando a civiles inocentes que nada tienen que ver con la meras acciones del gobierno hebreo.

Panamá es fiel ejemplo de que la tolerancia entre religiones e ideas políticas es posible. Aquí en la capital del Istmo y en Colón, las comunidades hebreas y árabes conviven en paz, hasta hacen negocios entre ambas. Es lógico que surjan incidentes, pero son muy aislados. ¿Por qué entonces no se puede emular esta referencia en el Medio Oriente?

Ojalá los panameños no cometamos el error de echarle la culpa de todos los males a los extranjeros, como se viene haciendo con los colombianos, los chinos, los hindúes, los pakistaníes, los dominicanos, incluso los israelíes, que ahora tienen más negocios propios en nuestro país. Ellos son parte de Panamá y cooperan por su desarrollo. Aceptemos la tolerancia de razas e ideas y no cometamos la tragedia de matar a nuestros semejantes.

 

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