El dolor es un síntoma desagradable, pero es ante todo un reflejo y un mecanismo de protección que se activa contra agresiones físicas, químicas o mecánicas. Después que ha ocurrido un traumatismo o una lesión tisular, evita que el uso o el contacto con la zona afectada interfiera con los procesos de cicatrización, regeneración celular o restablecimiento de las funciones perdidas.
El dolor es de variado tipo y origen múltiple, por lo tanto, son varios los componentes del mismo y muy variados los neurotransmisores comprometidos en su intensidad y modulación. Por ejemplo, el dolor profundo se origina por debajo de la piel; y el intenso, sin localización precisa.
El dolor es un síntoma subjetivo que se externa y se percibe a través de alteraciones musculares como la mímica, los gritos y las actitudes del paciente; sus manifestaciones pueden ser secretorias y circulatorias -lágrimas, sudor, palidez, rubor, palpitaciones- así como de tipo nervioso, representadas por temblor, fiebre y convulsiones.
El dolor está influenciado por la cultura y la comunidad a la que pertenece el individuo.