En 1993 Ernesto Pérez Balladares -tras encabezar una reorganización interna en el Partido Revolucionario Democrático (PRD)- tomaba las riendas de su campaña electoral de cara a la Presidencia de la República. Como candidato logró aumentar las simpatías por el partido desde un tímido 13.6%, en junio de 1993 a un 26.1%, en enero de 1994. Aunque se dijo que con la tercera parte del electorado no se podría gobernar, demostró tener capacidad y determinación para hacerlo.
Como gobernante, no sólo ejecutó un programa económico congruente sino que aseguró el respeto a la institucionalidad democrática a la vez que propició las condiciones que permitieran en el tiempo, superar los desiguales índices de pobreza y fomentar el desarrollo sostenible. Se le reconoce el haber consolidado el sistema democrático.
Hoy en una nueva fase política, retoma las riendas de una campaña que como todas, no promete ser fácil. Esta vez, define su objetivo político en la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) estimulado por las bases que reclaman ser no sólo atendidas en términos de demandas personales sino reactivadas en las estructuras naturales del partido para impulsar las acciones de gobierno.
Ha sido claro al desvincular la actual gestión gubernamental de las acciones de partido. No se trata de una lucha intestina por una cuota de poder o de asestar una crítica temeraria al equipo de copartidarios que dirigen el partido, sino de evitar que quede sumido en un letargo y se reactive en situaciones de coyuntura electoral.
La unidad, la retoma del diálogo interno y la consulta permanente, no son eslogan de campaña sino principios que han perdurado como fórmulas exitosas en la evolución de un colectivo que es reconocido como un ejemplo de democracia. El PRD hoy enfrenta un desafío: abrir oportunidades a nuevos miembros que, como yo aceptamos formar parte de una organización que ofrece una alternativa política rica en su fundamento ideológico y en su experiencia histórica.
Pérez Balladares ha expresado que es primordial reactivar las estructuras naturales y orgánicas del PRD y llama a los correligionarios a incorporarse a la vida partidista para que formen parte de la definición de las políticas estatales y las acciones de gobierno. Esto se traduce en vigorizar a los frentes sectoriales como estructuras legítimas del partido. Ese llamado ha encontrado eco en líderes naturales del PRD, quienes le reconocen un liderazgo indiscutible y lo sitúan como eje para unificar las corrientes internas.
Para el ex Secretario General, son tan importantes los copartidarios con los que vivió ricas experiencias políticas como aquellos que nos iniciamos en el PRD. Esa ponderación, nos permite invitarlos para que se incorporen a su propuesta, en la que todos tenemos la oportunidad de refundar la cultura política que caracterizó al PRD y que lo sitúa como un partido democrático y pluralista.