El ser humano en ocasiones se queja, de la discriminación o desigualdad social que existe en la humanidad; o que las buenas, mejores oportunidades así como la providencia o fortuna no le llegan a todos por igual.
La realidad es que cada persona traza su destino, a través de las decisiones que se tomen, como también, "otras personas" cambian o marcan para bien o mal el destino del individuo. Por lo que hay que procurar elegir el mejor camino para nuestra vida en esta tierra.
Señalan las sagradas escrituras, que tiempo y ocasión les acontecen a todos; por lo que las oportunidades que llegan a la sociedad, a sus manos, deben aprovecharse en el momento preciso. Es verdad que algunos la naturaleza los ha dotado o provisto de excelentes servicios, para realizarse, tanto profesional como personal, porque han tenido la oportunidad, a través de parientes, conocidos, allegados o amigos.
A otros, la ocasión o ese favor oportuno les vino a través de una casualidad; lo que no se imaginaban ni esperaban; estaba en el lugar, hora y tiempo preciso; por lo que obtuvieron el beneficio imprevisto de una manera accidental, fortuita o eventual. El resto le llegó, porque fueron diligentes, buscaron y hallaron; como también aquellos que obtuvieron ventajas de las oportunidades que otros despreciaban, al no darle valor o la estimación a su oficio o labor, o porque encontraron u obtuvieron algo más excelente y mejor.
Todos, en un momento de nuestra vida, tuvimos una o varias oportunidades para desarrollarnos personal y profesionalmente y de esta forma obtener una carrera o ejercer un cargo, actividad o trabajo. Pero lo más importante es ser perseverante y paciente para obtener o conseguir lo conveniente, útil y bueno.
También todo depende, igualmente, de la óptica o visión que tenga la persona, para no poner oposición o resistencia, a las oportunidades que se presentan. Y al poseerla o alcanzarla, tener la sabiduría necesaria para mantenerla, conservarla o retenerla.