Nadie puede juzgar a alguien por no cumplir lo que prometió. Siempre habrá razones de peso para sustentarlo; es decir, siempre habrá un por qué. El hecho de que una mujer o un hombre, sea la razón que sea, no haya cumplido con el pago de un dinero, regalo una exquisita comida, no significa que ésta no se cumplirá.
El ser humano, por su naturaleza, es un alma que no perdona. No le gusta que lo dejen plantado, mucho menos que jueguen con su hambre, pero, como no todos los seres de esta tierra están dibujados con el mismo lápiz, hay quienes responden con una sonrisa dulce a las excusas brindadas. "Descuida, entiendo...no te preocupes. Tendré paciencia y sabré que cumplirás", esta debe ser la respuesta de todo aquel que le hayan fallado, pero lastimosamente los ciudadanos de esta Patria no son de dar respuestas sanas, por el contrario, en vez de perdonar, lo que hacen es repetir, repetir y repetir que le quedaron mal; que si no hubieran comprado tal cosa, tal vez no hubieran comido.
Lo peor es que hacen sentir mal a la persona que quedó mal, porque lo riegan como la pólvora y después amenazan con publicar cosas en contra.
¿Por qué no podemos perdonar?, ¿Quiénes somos para no hacerlo? La verdad, no entra en el razonamiento humano abrir el corazón, según señalan muchos, entre ellos los que pintaron una vez en la parte de atrás de un bus lo siguiente: "Que Dios te perdone, yo no".
Si queremos ser buenos ciudadanos, pensemos primero que Jesús perdonó nuestros pecados. Estas son faltas graves que atentan contra nuestro Dios. Si Él puede dejarnos entrar en su seno y limpiarnos de toda maldad, por qué no podemos darle otra oportunidad a los que nos quedan mal. ¡Píenselo! |