El verano pasado tuve la oportunidad de viajar por la carretera Panamericana a la región de Santa Fe, en la provincia del Darién, donde pude ver con asombro la cantidad de incendios forestales con que todavía nuestros ganaderos y agricultores eliminan la maleza de los potreros y zonas boscosas que son taladas por primera vez para la siembra de diversos cultivos.
En la distancia, sobre las tierras bajas sembradas de pastos, y en las partes abruptas y escarpadas de los cerros que bordean la carretera y los poblados, observé inmensas columnas de humo negro elevándose al cielo, dibujando un panorama sombrío que ilustra la forma en que, la producción agrícola y ganadera, continúa aplicando prácticas de cultivo que ya deben ser superadas.
Esta experiencia poco alentadora, frente a la incertidumbre del fenómeno del cambio climático, debe servir de alerta a la Autoridad Nacional del Medio Ambiente para que impulse el plan de ordenamiento territorial del Darién, basado más en las prácticas de campo que en las teorías de un ambientalismo de oficina.
De Viva, Crítica en Línea voz de altos funcionarios de la Anam, escuché hace unos días por los medios de comunicación, denuncia pública sobre las afectaciones que han provocado la agricultura tradicional, la tala y la ganadería a la Reserva Hidrológica y Forestal de Filo del Tallo, creada en 1997 con el propósito de conservar en buen estado la producción de agua para consumo de la población establecida a lo largo de la carretera Panamericana.
Esta reserva forestal tiene la función de proteger las fuentes de agua procedente de los ríos Iglesia, Punuloso y Metetí, según aparece en el decreto que la creó "a solicitud de las comunidades usuarias de los sistemas de agua potable con fuentes en los ríos y quebradas que nacen en la serranía".
De acuerdo con un censo realizado en 1990, unas 6 mil personas se abastecen de agua procedente de la serranía de Filo del Tallo.
La escasez del vital líquido en las regiones azotadas ahora por la destrucción de la capa boscosa en el Darién y otras partes de la geografía panameña, tiende a agravarse; por lo que, en el futuro habrá que implementar políticas integrales que involucren la participación de la población organizada con el apoyo de los sectores público y privado.
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