Niños pandilleros reemplazan sus
cuadernos por armas
Antonio Pérez M.
Crítica en Línea
Suena el timbre de salida
de una escuela primaria en el sector de Calidonia, son las doce del mediodía.
Luis, junto a otros compañeros de quinto grado, reemplazan sus libros
y cuadernos por armas de fuego, y con el disfraz de niños de la calle
se convierten en niños pandilleros.
Un día en la vida de Luis comienza a las seis de la mañana,
reside en una de las pocas casas de madera que quedan en la ciudad, en ese
sucio y maloliente cuarto vive con su abuela, una mujer que a simple vista
se ve avanzada en edad, pero su vejez no es tanto por los años, sino
por los golpes de la vida.
El padre de Luis, no sabe quién es; su madre, está recluida
en la cárcel de mujeres por venta y consumo de drogas, y se espera
que muy pronto salga, pero es candidata segura a ser una más de las
cientos de mujeres que deambulan por las calles como zombi -las conocidas
piedreras-.
Luis a un cuarto para las siete de la mañana debe estar listo
para dirigirse a la escuela, ya con su camisa curtida, el pantalón
desteñido y sus zapatos rayados y con las suelas desgastadas, sale
de su casa para enfrentar los regaños y consejos de las maestras.
La cara buena de Luis termina a las doce del mediodía, para luego
transformarse en un miembro más de una de las pandillas infantiles
de "ladrones" y "sicarios" que azotan la ciudad.
El relato de este niño de 10 años que le hemos puesto el
nombre de Luis es el retrato hablado de esos pequeños "sicarios"
organizados en pandillas, recientemente detectadas por las autoridades,
las cuales se hacen llamar "Los Niños Protegidos por Dios"
y "Los Niños del Infierno".
¿Sicarios infantiles reemplazan a los sicarios juveniles?
Para los expertos de la PTJ, un adolescente pandillero es un antisocial
peligroso, porque no le tiembla la mano para matar. Pero la situación
es más preocupante cuando un niño entra a las bandas y usa
armas de fuego, porque tiene mayor influencia y es capaz de hacer lo que
sea para ganarse el aprecio, respeto y la aceptación en una organización
dedicada a la delincuencia.
De "Los Niños Protegidos por Dios" y "Los Niños
del Infierno" no se tiene mucha información, sólo la
identificación de algunos de sus integrantes. Pero se hace difícil
lograr sus capturas por tratarse de menores de ocho a doce años.
Los encargados de las investigaciones reconocen que todavía se
desconoce en qué barrio tienen su centro de operación, pero
sí se sabe que roban en los sectores de Calidonia y la terminal de
buses del Interior, en el corregimiento de El Chorrillo.
Aunque las autoridades no se atrevan a asegurarlo, se presume que estos
niños ya han participado directa e indirectamente en ejecuciones.
Para muchos profesionales de la investigación policial es probable
que sean manejados por un adulto o menores adolescentes que están
fichados por las autoridades y prefieren esconderse bajo la máscara
de estos "inocentes niños".
Los expertos reconocen que son muy pocos los niños pandilleros,
porque la mayoría de los pequeños que vemos en las calles
están trabajando para ganarse el sustento diario honradamente limpiando
zapatos y vendiendo diversos artículos en los semáforos.
Sin embargo, los estudios revelan que los pandilleros se organizan en
grupos de niños de la calle para cometer sus fechorías.
"Pulguita", así se apoda uno de los pandilleros infantiles,
y para hablar con él tuvimos que utilizar a un intermediario. Tenía
mirada esquiva, como si le tuviera vergüenza a la sociedad, y cuando
lo oímos hablar era imposible creer que en un cuerpo tan pequeño
y raquítico se escondiera tanta maldad.
Sus palabras fueron cortas, pero claras. Me pareció estar hablando
con un profesional de la delincuencia. Nos cuenta que desde que tenía
siete años estaba cerca de los más temibles pandilleros de
las bandas de Curundú: "Kriss Kross, Los Locos Adams",
entre otro otros.
Allí fue que lo bautizaron con el alias de "Pulguita",
y por tanta insistencia le permitieron participar en varias actividades
delictivas, hasta que forma su propia pandilla integrada por niños
entre los ocho a once años.
Muchos hablan del relevo generacional, pero en este caso las cosas avanzan
muy rápido, ya no esperan llegar a la adolescencia para en grupo
dedicarse al robo y hasta el homicidio, utilizando como instrumento armas
de grueso calibre.
Para los conocedores en el campo de las pandillas, la conformación
de estos grupos de niños delincuentes es producto del duro golpe
propinado por las autoridades policiales a las bandas juveniles.
"Han tenido que replegarse, y de peligrosas bandas juveniles han
terminado en pequeños grupitos controlados por la policía",
dijo una fuente policial de la PTJ, pilar importante en las operaciones
para contrarrestar este flagelo.
Los "Tiny Toons", la madre de todas las bandas, en vías
de extinción.
Lo que fue el "Clan Agua", del barrio de El Chorrillo, se convirtió
en una de las más peligrosas pandillas juveniles: los "Tiny
Toons".
El barrio de El Chorrillo después de la invasión se convirtió
en tierra de pistoleros, y por allí se pregonaba: "Esta es la
herencia que nos dejó el ataque armado efectuado por los norteamericanos
el 20 de diciembre de 1989, porque antes de esa fecha nuestros muchachos
resolvían sus diferencias a golpes, ahora utilizan armas de grueso
calibre".
Las diferencias internas entre ellos fue el punto medular para que las
autoridades le dieran un golpe certero a los "Tiny Toons" y a
los grupos que se fueron creando.
En entrevista con uno de los expertos de la PTJ se pudo comprobar que
la traición por el botín de un robo fue el inicio de la caída
de los "Tiny Toons", creándose nuevas bandas como "Los
Justicieros" y "Los Chuquis". Y para los entendidos, lo que
fue una organización para delinquir, se ha convertido en una guerra
por mantener la supremacía en el territorio.
Para estos expertos hoy día la mayor parte de los líderes
de los "Tiny Toons" se encuentran detenidos o están escondidos
por temor a ser asesinados por los integrantes de las bandas.
Sin embargo, los investigadores no descartan que los "Tiny Toons"
tengan a un líder escondido que está organizándose
para hacer resurgir de las cenizas a esta temible banda.


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