Descansar y dormir bien es una de las prioridades del ser humano. Privarse voluntariamente del reposo de siete u ocho horas diarias, tiene repercusiones.
Si no se duerme en forma adecuada se producen alteraciones cognoscitivas, como problemas de atención, de aprendizaje y de memoria, y se perturban los estados emocionales. Existe una regulación homeostática del sueño, es decir, hay un equilibrio en el cuerpo y sus necesidades, el descanso desempeña un papel biológico importante, por lo que se tiene que reposar para ejecutar una función.
Según algunos estudios científicos, el sueño tiene una relación directa con el Alzheimer y el mal de Parkinson, pues si no se duerme bien, con el pasar del tiempo se puede llegar a padecer de estas dos enfermedades.
Los expertos sugieren que tal vez sea necesario dar prioridad a los tratamientos contra trastornos del sueño no sólo por sus efectos inmediatos, sino también por el impacto potencial sobre la salud cerebral a largo plazo.
El mal de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva e incurable que afecta principalmente a las personas mayores de 60 años. Sus síntomas iniciales son la pérdida de la memoria y luego la demencia.
El mal de Parkinson también es una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza principalmente por los movimientos incontrolados de las extremidades y de la quijada así como por la rigidez en general.
Es por ello que se recomienda dormir ocho horas diarias.