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El Mandalay Bay teatro perfecto para reafirmar la crisis del boxeo

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Crispín Chavarría N.
Crítica en Línea

El Mandalay Bay, de Las Vegas, se convirtió el sábado en la noche, en teatro perfecto para reafirmar una vez más que el boxeo mundial, cada día está más descarado y se hunde en un abismo, del cual ya nadie parece sorprenderse.

La esperada y denominada "pelea del milenio", como mencionaba en notas anteriores, no podía ser por otra cosa, que por el billete que generaría o el final del siglo, ya que no entra en mis humildes conocimientos cómo De La Hoya y Trinidad podían superar la pelea que sostuvieron el mimado de la década del 80, Sugar Ray Leonard y el panameño Roberto Durán el 20 de junio de 1980, en Montreal. Abono otras: Hearns-Leonard, Durán-Hagler y otra vez Leonard ante Hagler.

Ni De La Hoya es Leonard y Trinidad mucho menos se asemeja a Durán. Comparaciones odiosas, pero las emito por razones sencillas. La promoción gigantesca no ha tenido parangón alguno para el fiasco que se llevaron las estrellas presentes en el Mandalay Bay y los millones de televidentes en el mundo. Estaban los dos mejores welter del mundo y al menos se esperaba mucho más. Si bien De La Hoya, mostró ser un maestro en la distancia, fue porque Trinidad no mostró capacidad para limitarlo en sus escurridizos y rápidos contragolpes, que a la postre no le sirvieron de nada, ya que perdió los tres últimos asaltos, los cuales al parecer fueron suficientes para que los jueces dieran victorioso al puertorriqueño. Una decisión que parece maquillada tras bastidores, pues el espectáculo se montó y ahora debe continuar, porque lo que ya también comienza a llamarse el "fraude del milenio"; un gran negocio, sigue. Así también se repite la historia con Holyfield-Lewis, una revancha que viene, producto de un empate que sólo vieron los jueces. No se trata de justicia. Se trata de "ego", orgullo y de demostrar que un campeón debe ser campeón por él mismo y no con ayuda.

Interrogantes muchas, pero lo cierto es que los zares del boxeo, Arum y King, siguen maniobrando y la revancha De La Hoya-Trinidad, está como de la "pestaña al ojo".

Y es que "el chico de oro" De La Hoya, en su trasmitida humildad, demostró tras la pelea, a los grandes actores presentes, que el sueño de ir a Hollywood ya comienza a cristalizarse. Tenía más sonrisas que antes del combate, donde sí clavó bien la mirada a Trinidad, al punto que lo hizo fallar a montón.

Ayer nos dijo el veterano promotor Master Gómez, que Trinidad ganó los asaltos que debía y De La Hoya, los perdió. "Un campeón debe tener final", señaló.

 

 

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Ayer nos dijo el veterano promotor Master Gómez, que Trinidad ganó los asaltos que debía y De La Hoya, los perdió. "Un campeón debe tener final", señaló.

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