Tomemos, ante todo, el elemento primordial: El Evangelio. No deseo resolver aquí una cuestión discutible, a saber: ¿Constituye el Evangelio lo esencial de la Sagrada Escritura, o debe enfocarse en otro dirección? Si ese libro no ataca la religión, no habla mal de la Iglesia, ¿A qué tanto sobresalto? Si una obra dijera a boca de jarro que el cristianismo es una fábula y Cristo un impostor ¿qué harías tú con ella? La respuesta sería destruirla. Pero si ella te hace mil protestas de respetar la religión, y a su fundador, y al Papa, y luego, muy quedo lanza un zarpaso por aquí, otro por allá, ora a los sacerdotes o clericales... ¡qué fácil es caer en el jueguecito! Nunca es más peligrosa la mentira que cuando está cerca de la verdad. Sabemos que la Biblia está a favor de la ciencia y viceversa.
Rousseau, autor del Contrato Social afirma "El cristianismo del Evangelio es una religión santa, sublime y verdadera". En su "Emilio" declara: "El Evangelio está lleno de cosas inverosímiles que repugnan a la razón y que es imposible a un hombre sensato admitir y concebir".
Del evangelista San Mateo, 6-7, hallamos en sus escritos o pensamientos frases hermosas y de gran contenido moral. He aquí algunos ejemplos: ¡No juzguéis para que no seas juzgado! Porque con el juicio con que juzgáis, serás juzgado y con la medida con que midas, os serás medido. ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la paja que está en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la paga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano; no deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos no sea que lo pisoteen y se vuelvan, y os despedacen; pedid, y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide recibe", y el que busca, halla; y el que llama se la abrirá, qué hombre hay de vosotros, que su hijo le pide pan, le dará una piedra? En las palabras de San Mateo hay aliento de amor, piedad y comprensión. El reconocía que a Palabra de Dios es el elemento indispensable de la Iglesia, y se dedicó a poner el delicioso manjar en lengua agradable y conocida por los fieles.
