Ahí está. Lo dijimos. De hecho, lo repetimos hasta la saciedad todos los medios de comunicación, al igual que las autoridades sanitarias del país, los epidemiólogos, la Organización Mundial de la Salud y las personas responsables de este país.
Pero de todas maneras vamos a decirlo una vez más: "Si no se eliminan los potenciales criaderos del mosquito Aedes Aegypti, que transmite el peligroso dengue clásico y el mortal dengue hemorrágico, se corre el riesgo de contagio y hasta de una epidemia".
¿Por qué lo repetimos? Porque se están reportando más de 300 casos de dengue clásico, y ahora hay una muerte confirmada por la fiebre hemorrágica, mientras que se sospecha de otros casos en Santa Librada y El Coco.
¿Acaso no hemos sido advertidos hasta la saciedad? Desde inicios de la década de 1990 la amenaza del dengue, de mano de la proliferación del Aedes Aegypti, ha ocupado titulares y las horas estelares de los noticieros. Todos en algún momento hemos escuchado que no debemos dejar agua empozada en vasijas, llantas o latas vacías, y que las plantas acuáticas son el mejor ambiente para que el Aedes se reproduzca.
Pero la gente no entiende. Todos los años en temporada lluviosa pasamos por lo mismo. Varios casos de dengue clásico se reportan, y de vez en cuando uno de hemorrágico. Hemos bajado la guardia, porque pensamos que la situación siempre se mantendrá igual. Nos afincamos en que el MINSA pasará con un camión fumigador para matar todos los bichos raros, pero no nos ha importado remover del patio un montón de latas de pintura vacías que se llenan de agua de lluvia y son un "resort" de mosquitos.
Dieciocho años de ser bombardeados de advertencias por todos los medios parecen no ser suficientes para concienciarnos.
Pero hasta que no suceda una verdadera epidemia en la que mueran niños y ancianos, no endenderemos lo serio de la situación. Cuando ese día llegue, no valdrán reclamos al gobierno de turno, ni protestas ante el Ministerio de Salud, porque la responsabilidad de eliminar los criaderos está en cada uno de nosotros.
Es imposible que cualquier ente del Estado mate a todos los vectores de enfermedades, pero es más sensato esperar que cada persona tome las medidas necesarias para que su propia casa no se convierta en un centro de retransmisión de enfermedades mortales.