El enviado de EE.UU. para Oriente Medio, George Mitchell, regresa a su país tras cinco días de intensa actividad diplomática sin haber logrado que israelíes y palestinos acepten reanudar el diálogo de paz, estancado desde finales de 2008.
Mitchell abandonó Jerusalén tras haberse reunido durante la jornada en dos ocasiones con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y en una con el presidente palestino, Mahmud Abbas, en la ciudad cisjordana de Ramala.
El fracaso de la visita no deja sólo un ambiente cargado de pesimismo, sino también a israelíes y palestinos culpándose mutuamente de intransigencia en sus respectivas posturas.
Mitchell pretendía devolver a las partes a la mesa de negociaciones con un simbólico encuentro como pistoletazo de salida entre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y los presidentes palestino, Mahmud Abbas, y el estadounidense, Barack Obama, en Nueva York la próxima semana, durante la reunión de la Asamblea General de la ONU.
El principal escollo sigue siendo la negativa de Israel a detener la ampliación de los asentamientos judíos en los territorios palestinos ocupados de Jerusalén este y Cisjordania.