No es la primera vez que en su corto reinado el flamante Contralor de la patria nueva siembra dudas sobre su competencia para ese cargo. Su última patinada, sobre las declaraciones de bienes que deben casi todos los altos funcionarios, es antológica.
En costosísimos anuncios, que han aparecido por varios días, el Contralor, como si fuera una gran cosa, anuncia que el pasado 22 de agosto de 2005 su despacho solicitó a los morosos que cumplan con las declaraciones de bienes, ordenadas por la Constitución y la Ley 59 de 1999, mediante cartas que iban acompañadas de una "Guía Básica", preparada por la Contraloría General, para orientarles y ayudarles en esa "complicadísima tarea".
Si los funcionarios a quienes la Constitución y la Ley obligan a declarar su estado patrimonial la deben desde hace un año, si el gobierno de la patria nueva vociferó a los cuatro vientos que sería más transparente que la transparencia misma y si se trata del presidente, vicepresidentes, ministros, procuradores, directores de entidades autónomas y otros altos cargos del gobierno, ¿a cuenta de qué viene la pantomima del Contralor?
Lo de la famosa "guía", que costó dinero y tiempo de funcionarios que paga el erario público, es un chiste.
¿Es, acaso, que los funcionarios morosos, que ocupan los más altos cargos del Estado, no han sido capaces de presentar sus declaraciones sin la guía luminosa de la Contraloría? Y más a burla suena que en el mismo comunicado el Contralor les advierta, después de un año de morosidad, que si no las presentan, para lo que no les fija plazo, procederá a suspender el pago de sus emolumentos.
Como decía mi abuelo: "unos son y otros se hacen . . . "