 |
En la frontera colombo - panameña viven miles de indígenas, colonos campesinos, colombianos refugiados, todos con el deseo de un futuro mejor.  |
Antolino Ayarza dice que ya no va a Colombia porque dejó el ron hace diez años. El viejo aventurero de 93 años, que vive en Puerto Obaldía, donde fue policía y corregidor, navegaba en su juventud a parrandear a Cartagena.
Ya con bastón, añora los viejos tiempos en que el dinero, las putas y el whisky sobraban en este pueblo, adonde llegaban diariamente 30 aviones con mercancías de los barcos que cruzaban el canal de Panamá y eran enviadas a Colombia. El pueblo era próspero. Un ruso y un chino tenían tiendas donde vendían plantas eléctricas, vajillas y trago.
En las cinco casas de cita bailaban hasta 25 prostitutas colombianas, que frecuentaban los gringos que manejaban el canal. Puerto Obaldía se murió, pero el contrabando sigue pasando hacia Colombia, por puertos más grandes. A mediados y a finales de los 90, el proveniente de Panamá fue anualmente, en promedio, de 1.400 millones de dólares, según un estudio de la Dian, que reportó este año la incautación de 5.418 millones de pesos en máquinas por el Caribe y 4.757 millones de textiles y manufacturas por el Pacífico.
Pero lo que más le preocupa a Ayarza no es solo que ya no aterrizan aviones sino que la guerra llegó a su pueblo. "Eso se puso muy feo por acá", dice. El conflicto entre el bloque Élmer Cárdenas de las Autodefensas, con unos 110 hombres, y el frente 57 de las Farc, con unos 170, se volvió desde primera página de los periódicos y agenda de los dos gobiernos, hasta tema de conversaciones en las tiendas de la frontera.
Pese a que los mismos panameños admiten que la guerrilla ha pisado las comarcas de Darién y San Blas desde hace 20 años y que desde 1997 se están registrando incursiones armadas, el ataque de enero del 2003 de los 'paras' a los pueblos kunas de Paya y Púcuro, donde fueron asesinados 4 indígenas, rebosó la copa.
Para Colombia, según miembros de organismos de seguridad, esta frontera es clave pues ambos grupos ilegales la usan para abastecerse de armas, que canjean por coca.
Actualmente, la Policía panameña tiene unos 14 mil hombres, de los cuales unos 1.500 están en la frontera. Colombia, por su parte, tiene unos 200 policías en Sapzurro, Capurganá, Acandí y Juradó (donde además hay Infantería de Marina); cerca de 300 soldados profesionales de tres compañías móviles en la frontera y tres batallones, cada uno con unos 700 hombres, en el golfo de Urabá, donde también hay una base de Infantería de Marina, para patrullar el océano y el río Atrato.
Jorge Aníbal Aparicio, analista panameño de conflictos militares internacionales, cree que la Policía de su país no tiene los suficientes niveles tecnológicos en sus armamentos para contrarrestar a 'paras' y guerrilleros. |