REFLEXIONES
"Constituyente: Necesidad impostergable"

Carlos Christian Sánchez C.
Crítica en Línea
En el transcurso de la historia, los hombres han buscado la forma adecuada de legalizar las estructuras de gobierno de los Estados, con el fin de que todos los componentes de un país fueran beneficiados con la gracia de la libertad, la democracia y una vida pacífica. Siempre fue necesario instaurar leyes para controlar las acciones de los dirigentes, y algunas tuvieron que ser modificadas cuando el tiempo así lo requería. Ejemplos hay muchos. Cuando la plebe se rebeló a la gente adinerada de la Roma primitiva, fue necesario instaurar la Ley de las 12 tablas. En Inglaterra, el Rey Juan sin Tierra fue obligado a firmar la Primera Carta Magna Europea por la presión de los señores feudales. Guerras civiles, sucesiones monárquicas y cambios políticos, fueron imponiendo preceptos esenciales para hacer las normativas que hoy conocemos como Constituciones. La Revolución Norteamericana y su gran legado, la Constitución de 1787, creaban las condiciones para hacer un Estado de derechos, sin que los reyes o la nobleza influenciaran en las decisiones de la cosa pública. Ahora los ciudadanos elegían directamente a los gobernantes, incluso también a los representantes de los consejos o asambleas parlamentarias. Por otro lado, Francia entraba en un período de transformaciones producto del levantamiento de La Bastilla, mientras que se instauraban los principios elementales para la convivencia humana como la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad. En América Latina se recibe la influencia democrática de las reformas políticas en Estados Unidos y Europa. En esta década, Colombia y Venezuela han efectuado ese importante paso por motivo de los conflictos armados internos o por la crisis económica asfixiante. Hoy, Panamá se debate entre los defensores de convocar una Asamblea Nacional Constituyente y los que se oponen a reformar la Constitución Militarista de 1972. Los primeros señalan que la situación política inestable, la extrema pobreza, el desempleo y la inclusión de artículos perjudiciales en la Constitución actual, obligan urgentemente a la eliminación de la misma. Los últimos dicen que un cambio a la Constitución sería un atentado contra el sistema democrático, porque se quiere evitar el asunto de un Parlamento en contra de la Presidencia de turno. Incluso, hasta hace pocos días, la presidenta Mireya Moscoso afirma en su discurso de inauguración que era necesario reformar íntegramente la Carta Magna. Aunque, por otro lado, algunos voceros de la nueva administración gubernamental y de la alianza parlamentaria de conveniencia, han señalado que ahora no es necesario convocar a una Constituyente. Quizás muchos connacionales no comprenden la trascendencia de cambiar la Constitución Nacional, pero he aquí algunos puntos esenciales que nos obligan a comentar sobre el asunto. El pueblo panameño tiene el poder legítimo de exigir el llamado a una Constituyente Reformadora por los mecanismos de un plebiscito o por la convocatoria de una Asamblea Popular, en casos de crisis nacional. La realidad es que estamos en un período peligroso de inestabilidad, causado por la existencia de un desequilibrio en las funciones del Organo Legislativo, las prerrogativas económicas de los denominados padres de la Patria, la aprobación de leyes con fines antipopulares. Una nueva Constitución, con el respaldo popular, puede generar las condiciones para el adecentamiento de la cosa pública. Por ello, cuando observamos el caso de Hugo Chávez en Venezuela, vemos el fiel reflejo de lo que le sucederá a la clase política panameña, en el momento en que los partidos políticos se sumerjan en el desprecio de las masas. Quien sabe. Una dictadura civil puede estar instaurándose en Caracas, por culpa de las acciones de los políticos corruptos. Panamá se dirige hacia ese desfiladero. Esta es la última oportunidad de los dirigentes istmeños para convocar la Constituyente. De lo contrario, serán sobrepasados por los movimientos comunales.
|