Detén el sangrado aplicando una presión directa. Para ello, coloca una tela limpia y absorbente (como una venda o toalla) sobre la cortadura y luego oprimir la mano firmemente contra la herida. Si no tiene una tela, usar los dedos. Por lo general, esto detiene el sangrado de uno a dos minutos.
Si la sangre se filtra a través del primer vendaje, agregar uno nuevo y presionar con firmeza. Agregar vendajes adicionales sobre los primeros, ya que si quita éstos puede arrancar las células sanguíneas coagulantes. Igualmente, se puede colocar el miembro arriba del nivel del corazón para reducir la presión de la sangre en la herida.
No pensar que una pequeña herida está limpia sólo porque no tiene suciedades visibles. Lo aconsejable es lavar la zona con agua y jabón o agua sola, con el fin de impedir una infección y disminuir la posibilidad de decoloración permanente.
No respirar sobre una herida abierta.
No reintroducir partes expuestas del cuerpo, sino, más bien, cubrir con material limpio.
No emplear un torniquete. En la mayor parte de las cortaduras y raspones basta con aplicar los primeros auxilios, ya que el torniquete es para casos extremos y requiere ser aplicado con cuidado ya que podría interrumpir la circulación de esa área.