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La asistencia al Congreso del PRD de desprestigiadas figuras de la seudo izquierda latinoamericana es un mal augurio para el bisoño secretario general del PRD, Martín Torrijos. No se sabe a ciencia cierta quién le propuso traer a Carlos Andrés Pérez, Alán García, Tomás Borge y otros personajes de segunda categoría del fidelismo castrista y el comunismo chino.
No habrán sido, sin duda, sus nuevos socios del PDC, hoy Partido Popular, quienes a duras penas lograron disimular la incomodidad que les producía la presencia de tanto izquierdista derrotado. Todo parece indicar que la sugerencia fue iniciativa de la tendencia del PRD, probablemente asesorada por curtidos estrategas norieguistas como Jorge Ritter Domingo o Jorge Illueca Sibauste, ese partidario entusiasta del totalitarismo chino, quien no pierde oportunidad para cantar las loas de la dictadura de Pekín, como antes declamó las de la tiranía castrense.
Tampoco se imagina el público quién tuvo la osadía de recomendarle a Martín que en medio del Congreso realizara un homenaje a los mandatarios de los militares, como Aristides Royo y Manuel Solís Palma. Lo que hay que hacer con estos individuos es investigarlos para determinar cómo invirtieron las partidas secretas que recibieron durante su paso desafortunado por el Palacio de las Garzas. Si de combatir la corrupción se trata, he allí una tarea prioritaria para el contralor Alvin Weeden Gamboa.
Sin duda, Martín quiere seguir "matrimoniado" con el pasado, como diría Omar. Es eso lo que indica su vinculación con las seudo izquierdas del hemisferio (que antes aplaudieron a Torrijos y vitorearon a Noriega) y su agasajo a los presidentes desechables de la dictadura, que se prestaron para cuanto propósito funesto concibieron las retorcidas mentes de los tiranos.
En consecuencia, Martín tendrá que seguir cargando con los desacreditados amigos políticos de su padre, con la corrupción de los civiloides que sirvieron a la dictadura y con la responsabilidad política por las fosas clandestinas en las que los militares sepultaron a los muertos de la dictadura. Como nada bueno presagia semejante vinculación para el futuro electoral del PRD, el conciliábulo del 19 de agosto ya se conoce popularmente como "el congreso de los derrotados". |
