La noche era joven y prometedora. El juego de luces y el ritmo musical inyectaban a los presentes, la energía para sumarse a la fiesta. Entre risas, brindis y chistes, la animación se iba haciendo cada vez más intensa.
Una, dos, tres.. la cuenta de las rondas invitadas, se perdió, y de los seis que inicialmente se sentaron a la mesa , sólo uno parecía estar en sus cinco sentidos sanos.
Susana, Raúl, Alberto y Jhon parecían ser los más alegres, Cristina apenas podía sostener la cabeza erguida. El alcohol ingerido la había hecho perder la conciencia, pero aún así, se mantenía presente en la celebración del fin de semana.
Parecía que el licor tomado, hacía su efervescencia cuando iba a la pista a bailar.
Las manecillas del reloj habían girado unos 180 minutos. Tres botellas de ron estaban sobre la mesa y dos de ellas, vacías.
Siendo casi las 4: 00 a.m., empezó la retirada. Llegaron en tres autos, uno tras el otro, pero a la retirada, cada quien tomó por su lado.
A las 4: 25 de esa misma madrugada, a la Sala de Urgencias del Hospital Santo Tomás llegaba una ambulancia de la CSS, anunciando que tenía una emergencia.
Allí iban Susana y Alberto, dos panameños de 24 y 26 años. Sus rostros estaban bañados en sangre, pero estaban vivos.
¿QUE SUCEDIO?
A la salida del bar donde minutos antes compartían con sus compañeros de copas, enrumbaron a sus hogares, pero Susana, quien iba al volante, veía triple los carriles de la vía Transístmica, y zigzagueaba tanto como sus manos no podían controlar el timón.
Todo era risa. Sentía que volaba. Sabía que tenía que ir en esa dirección, pero no dominaba los hechos, y hubo un momento en que sintió que el sueño la dominaba, y no recuerda nada más.
Despertó doce horas después en una cama de hospital, con venoclisis e intentando recordar lo que había pasado.
Alguien le contó que su auto, un Pontiac del año, quedó hecho trizas al chocar contra un poste; que Alberto quedó con la cabeza rota, un brazo fracturado y muchos golpes en el cuerpo.
Ella sólo sentía que tenía muchos deseos de vomitar y dolor de cabeza.
LO QUE HACE EL ALCOHOL
Es sabroso, según algunos jóvenes, tomarse un par de tragos para relajarse, o tal vez para olvidar algunos pesares, pero lo que se ignora, son los daños que se causan al cuerpo si se recurre en esa práctica con regularidad.
El alcohol actúa como un sedante en el sistema nervioso central, y reduce las células nerviosas del cerebro. Disminuye la visión, la audición es poco clara y los sentidos del gusto y el olfato se entorpecen. Se altera la sensación del tiempo y el espacio. Se reduce la capacidad motora fina, así como la capacidad para reaccionar. Experimenta una disminución de la percepción del dolor.
A largo plazo, beber demasiado y con regularidad, puede ocasionar hepatitis alcohólica (inflamación y destrucción de las células hepáticas) y posteriormente cirrosis (lesiones, cicatrices y destrucción irreversible de las células hepáticas). En el estómago, causa irritación, lo que puede ocasionar úlceras pépticas, inflamación, lesiones hemorrágicas y cáncer.
Como bebedor empedernido, tiene más infecciones pulmonares y puede ser más susceptible a padecer neumonía y colapso pulmonar. Pierde los reflejos y no puede despejar las vías respiratorias cuando vomita. El contenido del estómago puede ir a los pulmones, lo cual puede ocasionar asfixia o neumonía.
Puede padecer enfermedades cardiacas, derrame cerebral, hipertensión arterial e insuficiencia cardiaca. Incluso los bebedores sociales que toman excesivamente en ocasiones especiales, pueden experimentar a veces latidos del corazón irregulares, conocidos de otra forma como "corazón festivo".
El abuso prolongado del alcohol puede ocasionar anemia y coágulos de sangre anormales, lo que da como resultado hemorragias excesivas y que salgan moretones con mucha facilidad. El disminuido conteo de glóbulos blancos aumenta la susceptibilidad a padecer infecciones.
Debido a que está afectada la capacidad del hígado para desechar el pigmento amarillo, la piel se va poniendo amarilla (ictericia). El daño del hígado ocasiona que se acumulen líquidos en las extremidades (edema). El hígado acumulará grasa, lo que puede originar enfermedades hepáticas, coma y la muerte.
Experimentará náusea, diarrea, vómito, sudoración y pérdida del apetito.
En los hombres, el alcohol afecta la producción de esperma y testosterona, y puede ocasionar infertilidad e impotencia. En las mujeres, la disminución del metabolismo del estrógeno en el hígado, aumenta la cantidad de estrógeno que circula en el cuerpo, el cual puede contribuir a menstruaciones irregulares e infertilidad.
Para que una relación sea responsable con el alcohol, considere lo siguiente:
lSi siente deseos de beber, prefiera vino o cerveza, porque tienen menor graduación alcohólica que las bebidas destiladas como tequila, ron, vodka, otras. Cuando tome bebidas destiladas, agréguele bastante agua, jugo o soda.
Trate de que un trago le dure una hora y media. Bébalo a sorbos cortos y aumente el tiempo entre uno y otro.
Cuando beba el trago, póngalo en la mesa porque si lo deja en su mano, apurará el siguiente trago.
En una fiesta, no sólo tome; haga otras cosas: converse, coma, etc.
Saboree la bebida y no se la trague a toda prisa.
Tenga recreo entre las bebidas, es decir, tome un trago sin alcohol entre trago y trago. Así no se emborrachará.
El licor no se debe tomar como excusa para arrojar rabietas o estrés, sino para pasar un buen rato y del cual después se pueda tener buenos recuerdos.
Los protagonistas de esta historia, hoy se recuperan en el Hospital Santo Tomás, y de allí, deberán hacer frente a las autoridades por los daños causados, y donde gracias a Dios, no hubo terceros con pérdidas fatales.
Susana ha hecho un pacto consigo misma; mientras que Alberto aseguró tener más precaución la próxima vez.
La moderación es una virtud.