Señor presidente, Martín Torrijos, usted está tomando demasiado en serio, muy "a pecho", aquello del 'costo político' que dice no importarle. Pues déjeme decirle, con todo respeto, que cualquier funcionario que ostente un cargo público con mando y jurisdicción, incluyéndolo a usted, debe preocuparse por el costo político que implica un desliz (una metida de pata). Y no se llame a engaño como se engañó la expresidenta Mireya Moscoso, expresando a los cuatro vientos que sus encuestas eran "de carne y hueso"... fíjese no más qué le pasó en las pasadas elecciones.
El problema suyo, señor Presidente, es que usted ha 'cogido' eso del 'costo político' como una muletilla que, en verdad, ya cansa, porque si su gestión usted la considera apropiada y oportuna para la colectividad - a excepción de lo que ahorita se está cocinando (la Ley 17) en la mesa del diálogo - no tiene por qué estar a cada rato justificándose al amparo de esa innecesaria e irrelevante actitud de "poco importa" e indiferencia ante los cuestionamientos que le hace la ciudadanía. Al respecto, su papá dijo una vez, entre otras muchas verdades, que, "...Son los pueblos los que transforman a un gobernante en un dirigente... y un dirigente ni se raja ni se rinde...".
Le recomiendo, le aconsejo, señor Presidente, que deje esa ya malsonante muletilla del "costo político", y aunque no esté del todo de acuerdo con su difunto padre, por lo menos trate de poner en práctica algunas de sus sabias palabras, sabiendo que usted ya dejó de ser el gobernante electo, porque el pueblo hoy le está exigiendo que sea un dirigente, y lo dijo su papi, "...un dirigente ni se raja ni se rinde...", porque de no ser así no tardarán en aparecer en la sección de clasificados de los diarios, un anuncio diciendo: "Se necesita un Presidente".
¡Au Revoir!