Bajo la sombra de sus frondosos árboles, adultos mayores pasan el día recordando los viejos tiempos y hablando del acontecer nacional con un periódico gastado en mano que habría sido olvidado en el Parque de Santa Ana, al tiempo que a su alrededor la agitada urbe sigue su curso.
Aunque los días en que allí se realizaban grandes espectáculos y fiestas del Panamá de ayer se han ido, muchos jubilados día tras día asisten al lugar, tal vez por la rutina, aburrimiento o simplemente para recordar las historias que envuelven el lugar y les fueron contadas por sus abuelos en su niñez.
Y es que, el Parque de Santa Ana que hace varios meses fue remozado tiene su historia y no siempre fue como lo conocemos. De hecho, cuando se erigió formalmente la Iglesia de Santa Ana en 1764, no existía ningún parque.
Se trataba de un terreno llano, limpio, de arbustos y otra vegetación exuberante y dado el tiempo los feligreses frecuentaron con más constancia los alrededores del templo, por lo que sus predios frontales fueron adquiriendo la notoriedad de una plaza.
Al sobrevivir la independencia el 28 de noviembre de 1821, el carácter de plaza rudimentaria cambia y en su extensión comienza a hacerse una tradición la celebración de las principales fiestas populares, para los que se organizaban tremendas farras con corridas de toros, bailes y juegos cuya duración era de tres días. Esto era comúnmente comparado con el carnaval por su colorido y algarabía.
Posteriormente, la Plaza de Santa Ana vendría a ser mudo testigo de continuos motivos para alzamientos de tipo político entre partidos, entre patriotas, arrabaleros y gobiernitas, uno de ellos José Domingo Espinar de estirpe santanero, jefe militar del Estado de Panamá quien había librado gloriosas batallas al lado del Libertador Simón Bolívar.
Todo este tipo de acontecer va moldeando la plaza santanera, la cual recibe el reconocimiento del gobierno en 1890 siendo prefecto de la provincia de Panamá don Tomás Herrera y por intermedio de él se remodela el predio frontal de la Iglesia con la ejecución de la Junta de Obras de Santa Ana. Es así como el nuevo parque se remodela y deja ser una simple sala de eventos.
Su inauguración se programó para las fiestas de conmemoración de la Independencia de Panamá de España pero oficialmente se hizo el 30 de noviembre.
En 1922 en el Parque de Santa Ana fue colocado el quiosco central como se aprecia en la actualidad. Ya contaba con suficiente vegetación transformado así el parque en especie de pulmón verde.
Hoy día, aunque el lugar está bastante cambiado a como era antes, sigue manteniendo su esencia y tal vez eso sea lo que atraiga a miles de panameños que en medio de su faena contemplan el lugar ya sea refrescándose con una chicha de raspadura o mientras el "bolero" le brilla sus zapatos.