Cerca de 1,600 palestinos recluidos en las cárceles israelíes comenzaron una huelga de hambre para exigir una mejora de condiciones.
Sin embargo, el ministro de Seguridad de Israel dijo que no cedería ante la presión, añadiendo que los presos podrían "morir de hambre".
Entre otras demandas, los presos piden que terminen los registros en los que se les obliga a desnudarse y autorización para recibir más visitas de familiares.
Las autoridades israelíes argumentan que los presos siguen planificando ataques desde las prisiones.
La huelga de hambre se está llevando a cabo en varias cárceles y los organizadores de la protesta esperan que la mayoría de los casi 7,500 palestinos detenidos en Israel se unan a la acción.