En pleno verano de 2009, la crisis financiera en Nueva York parece un cuento igualito al que vamos a contarles. Se presenta una familia panameña a uno de los famosos restaurantes de La pequeña Italia en NY, y al que vestía de camisilla y sombrero "Panamá Hot", le ofrecieron una mesita para dos personas.
El Don, antes de aceptar, dijo al mesero que su familia era de doce incluyéndole, y cuál era el afán por esa estratégica posición esquinada y para dos comensales. La respuesta no se dejó esperar. Lo que pasa es que cuando nos llega un grupo tan numeroso como el de ustedes, antes de comenzar a unir mesas y acomodar sillas, al que consideramos el jefe lo invitamos a él solo, para que se ubique en la mesa que ocupó Don Vito Corleone y en donde hizo matar en una ocasión a un poderoso enemigo. Si se atreve, mire detrás de la cortina y descubrirá los orificios de bala.
El canalero, mientras escuchaba atento las historias de "Don Vito", pidió una copa del mejor vino Siciliano y fue muy grande su decepción al saber que no tenían ningún vino de la región italiana en donde nació Don Corleone. Entonces le trajeron la lujosa lista de precios de los vinos y la botella más barata costaba cien dólares y la más cara doscientos ochenta; en eso, otro mesero se le acercó para decirle al oído que su familia le esperaba felizmente acomodada.
El ensombrerado ordenó entonces, el vino más caro, dejando en la mesita su tarjeta de presentación, en donde se leía que era director en Panamá, del programa radial Naturaleza y colaborador de opinión en el diario más importante del Istmo: Crítica Libre. El mesero del cuento de Don Vito se acercó al comentarista diciéndole en un español bastante machucado: "Oh, usted ser panameño... ¿por qué pedir ese vino tan caro"? Lo que pasa es que yo trabajé con Noriega lanzando al mar desde un helicóptero, a todos los italianos mentirosos que había en Panamá.