Otro policía que se convertiría en el cuarto secuestrado por los manifestantes relató que luego de trabajar una semana en el centro penitenciario La Joya, se dirigió a su casa en Changuinola, pero el autobús no pudo avanzar hasta su destino porque el bloqueo de la calle lo impidió, por lo que tuvo que bajarse en Almirante desde donde inició una caminata hasta las cercanías de Puente Torres, pero lo capturaron antes de llegar a su residencia
Dijo que de nada valió su explicación de que era policía, pero que no laboraba en el área de Changuinola. "Me revisaron la maleta y me amarraron a pesar que me resistí", expresó.
"Forcejee, me logré zafar momentáneamente y empezaron a corretearme, yo iba tirando el espray (gas pimienta) y me comenzaron a tirar piedras.. me resbalé, me acorralaron y sentí que me cayó una pedrada en la espalda a la altura de la cintura, luego levanté las manos me golpearon con un palo y me pegaron en la cabeza", dijo el policía que se convirtió en el cuarto secuestrado de la Policía.
"Mis familiares me veían. Los captores querían ponerme el uniforme que habían sacado del maletín, pero un tío se metió y no dejó que me uniformaran. Retiró mi uniforme y mi maleta y se lo dio a mi esposa para que lo llevara hasta la casa", agregó.
"Me siguieron tomando fotos, me decían que me iban a cortar las orejas, quemar los pies y que me iban a tirar del puente", aseguró.
Mientras me filmaban me obligaron a gritar mi nombre, rango y placa -como si fuera un prisionero de guerra- ellos querían usar esto para llamar al cuartel y lograr hacer el canje de los 10 prisioneros", aseguró.