Por ahí escuchamos a personas de distintas religiones afirmar que todos somos hijos de Dios; sin embargo, ello no es cierto.
Tal vez usted se asombre de lo acabado de escribir; explico: Inicialmente, el pueblo de Dios fue exclusivamente Israel (los llamados judíos), el resto, los gentiles, eran criaturas del Omnipotente. No obstante, los no-judíos podemos 'entrar' a formar parte de la familia de Dios. ¿Cómo? Pues, a través de su hermoso regalo que nos envió hace 21 siglos: Su Hijo Jesucristo, y a través del Espíritu Santo. Dice el Apóstol Pablo en la epístola a los romanos: "Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios.
Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: ¡Abba!, ¡Padre! Entonces, para ser hijo de Dios se requiere, en primer lugar, tener fe en Jesucristo, segundo, arrepentirse, y tercero, obrar conforme a esa fe, es decir, obedecer los mandatos del Señor; con estos presupuestos cumplidos, el Espíritu los hará hijos de Dios.
Y aquello se refleja claramente cuando Jesús declara: "porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, es mi hermano, mi hermana y mi madre."
Ahora, según Pablo, gracias al rechazo de los judíos hacia el Evangelio y a "su Mesías", es que nosotros, los no-judíos, tenemos la oportunidad de lograr la Salvación: "... al desobedecer los judíos, los otros han podido alcanzar la Salvación...... (Ro. 11: 11).
Así que, hermanos, los que creemos en Cristo somos adoptados a la familia de Israel como hijos de Dios, y por ende, gozamos y gozaremos como herederos de la gloria y salvación de Él. ¡Amén!