Al estudiar la vida de todos los grandes hombres y mujeres, descubrirá siempre la misma motivación: una intensa creencia en sus convicciones, ideales, metas y en su propia capacidad personal. Los más grandes pensadores, descubridores y héroes han sido personas que creyeron profundamente en algo y se propusieron firmemente realizarlo. Los grandes santos fueron hombres y mujeres que creyeron enteramente en Dios y se entregaron totalmente a Él. Su gran fe los llevó a alcanzar las virtudes más hermosas y vivir plenamente el amor de Dios. La historia de sus vidas le ayudará e inspirará para desarrollar una fe profunda e intensa.
La vida de Juana de Arco puede dar esa inspiración. Ella era una pastora que cuidaba un pequeño hato de ovejas. Era tan sólo una sencilla niña de 12 años que tuvo la visión de que Dios la había designado para que dirigiera los ejércitos de Francia hacia la victoria sobre Inglaterra en la guerra de los 100 años, que había empezado 75 años antes de que ella naciera. ¡Una pobre pastorcita para dirigir los ejércitos de Francia! ¿Quién iba a pensar que eso era posible?
Ella creyó fuertemente y, de improviso, se llenó de una fe Viva, Crítica en Línea. Su deseo de hacer la voluntad de Dios y de servir a su patria llegó a ser una obsesión para ella. A la edad de 17 años, Juana se presentó ante el Príncipe Carlos. Su creencia en esa misión, designada divinamente por Dios para salvar a Francia, era tan grande que el Príncipe Carlos la revistió con un traje de brillante armadura y levantó un ejército para que la siguiera en batalla. Así, con la espalda destellando y su bandera personal ondeando, dirigió el ataque y conquistó la muy fortificada ciudad de Orleans. Eso lo hizo una sencilla pastorcita campesina de 17 años que cuidaba un hato de ovejas, pero que al llamado de Dios, escuchó y creyó intensamente. Se convirtió en Juana de Arco, la conquistadora.
He aquí, pues, una clave maravillosa para poder ser lo que usted quiera: crea vehemente y profundamente en lo que desea, convénzase que es posible y entréguese de verdad a su realización. Está demostrado que lo que en verdad concebimos y creemos de bueno, profundo y noble a nivel mental, lo podemos realizar si en verdad lo creemos intensamente. Y no olvide que con Dios, usted es ¡INVENCIBLE!.