El presidente estadounidense George W. Bush nombró ayer jueves para dirigir al FBI a Robert Mueller, un jurista ajeno a la policía más famosa del mundo, cuya tarea prioritaria será restaurar el prestigio de una agencia afectada por una serie de escándalos.
La decisión de Bush, que debe ser confirmada por el Senado, fue aparentemente dictada por la prudencia, luego de sonados casos que sacudieron a la seguridad federal, al punto de dañar considerablemente la imagen de Estados Unidos en el exterior.
El FBI es sometido por otra parte a una "investigación global" ordenada por el Fiscal general estadounidense John Ashcroft, luego de recientes cuestionamientos sobre su funcionamiento. Las recomendaciones para reformar la agencia deben ser puestas en práctica antes del 1 de enero de 2002. "Tiene una pesada responsabilidad. Fue elegido con gran cuidado y goza de mi entera confianza", declaró el presidente durante una ceremonia en la Casa Blanca.
Sin entrar en detalles, Bush evocó "la gran tradición" del FBI que Mueller "debe ahora afirmar" así como "los grandes desafíos que debe enfrentar", entre ellos la lucha antiterrorista y el contraespionaje.
La tarea asignada a Mueller, de 56 años, durante su mandato de diez años, parece estar claramente definida. "Quien quiera sea, sería bueno que sea un superhombre, porque los estadounidenses necesitan a alguien que pueda restaurar la confianza en esta agencia", declaró recientemente el gobernador de Oklahoma Frank Keating, que en un momento fue considerado como candidato al cargo. |