Los niños de Río Abajo se levantaron temprano ese día, vistieron bien planchadas camisas y pantalones, y fueron a marchar. No era el tres de noviembre, sino el cuatro de julio, el día nacional de los Estados Unidos. Estos chiquillos no sabían nada de las luchas por la plena soberanía en el país, contra la discriminación racial, económica y legal de la Zona del Canal, etc. Solamente conocían que esa maravilla de la tecnología que es el Canal lo hicieron los "gringos". Pero muchos de esos niños disfrutaban de la presencia del "imperialismo yanki" en Panamá, pues sus padres de origen antillano trabajan en la Zona.
Por eso no era raro que estos chiquillos privilegiados comieran un delicioso pan "del comi", disfrutaran de leche en polvo en abundancia, y en su casa sobraran las latas de sabrosas conservas. A sus padres nunca los escuchaban hablar mal de los jefes rubios, aunque a uno que otro a veces le salía alguna palabra negativa contra ellos. Eran exigentes en la puntualidad, no aceptaban la flojera y quien no se empeñaba en el trabajo, sencillamente lo botaban.
Las escuelas públicas de Río Abajo y otros corregimientos del Panamá de los años cincuenta, estaban llenas de murales que se referían a Estados Unidos. Fotos de Lincon, Washington, adornaban esos murales, junto con la letra del himno de Estados Unidos e imágenes de sus enormes ciudades. Se desarrolló con orden el desfile y en la escuela hubo un brindis, donde maestros hablaron bellezas de las relaciones de Panamá y Estados Unidos.
Pero el desfile de los niños de escuelas públicas no era la única celebración que se daba en Panamá con motivo del cuatro de julio. En la Zona "echaban la casa por la ventana": había "hot dogs", sodas y hamburguesas gratis para miles de panameños que presenciaban el imponente desfile. Sí, en los años cincuenta no había odio hacia los norteamericanos en Panamá. Incluso en el Instituto Nacional (cuna de las luchas por la soberanía), teníamos que aprender el discurso de Gettysburg y el himno de Estados Unidos, si queríamos pasar las clases de inglés. Algunos institutores visitábamos a hurtadillas los "Club House" gringos, para disfrutar del "apple y limon pie", y los "sundaes".
Años más tarde estallaron los conflictos. Cuarenta años después, ya no están los norteamericanos y se acabó la zona. El Canal es nuestro y somos plenamente soberanos. Ahora nos toca defendernos del "imperialismo" de la China Comunista, los inversionistas mexicanos que no terminan obras y cobran caro por los corredores. El nivel de vida del país se fue al suelo por desaparecer los millones que dejaban los gringos en Panamá.
Es hora que los panameños veamos nuestra historia con realismo, echando a un lado intereses ideológicos (algunos de ellos del exterior, como el comunismo). Enseñemos a nuestros hijos que "los pueblos no son los gobiernos", y que lo que importa es la dignidad de un país, pero sin tratar de ocultar las realidades. Urge una nueva relación con Estados Unidos que sea de igualdad y respeto, como deben ser las de dos países soberanos. |