Tras la decisión de la Corte Suprema la semana pasada de cancelar la orden de dividir el gigante de programación Microsoft, la pregunta que todo el mundo se hace ahora es ¿qué va a pasar? La sentencia, como suele ocurrir con las decisiones judiciales, abre la puerta a la interpretación, pues aunque detiene la división, ordenada "de forma inapropiada" por el juez Thomas Penfield Jackson, en ningún momento pone en duda que la firma tenga una posición de monopolio con Windows. Pero al mismo tiempo, la corte de apelación determinó que la compañía no actuó con ánimo de dominar el mercado.
Así las cosas, no es de extrañar que las dos partes litigantes, el acusado, Microsoft, por un lado, y el Gobierno Federal junto con 19 Estados de la unión que iniciaron el caso en 1998, se declararan vencedores tras conocer el fallo judicial. En el plazo de un mes, si las partes no han llegado antes a un acuerdo, un nuevo juez tendrá que mantener nuevas audiencias para buscar alternativas al desmantelamiento de la compañía dedicada a la fabricación de programas informáticos. Las cuestiones en el aire son si Microsoft podrá seguir adelante con sus proyectos a pesar del reinicio del escrutinio por parte del Departamento de Justicia y cuál será la postura de la Administración que encabeza George Bush.
Sobre la primera de las preguntas, un portavoz de Microsoft dijo el domingo, una vez acallado el ruido de las celebraciones, que la compañía está estudiando la situación y preparando su próximo movimiento, que puede incluir una apelación a la Corte Suprema en el plazo de noventa días.
Y mientras toma esa decisión, el gigante informático sostiene que su nueva estrategia de negocio y el lanzamiento de su nuevo sistema operativo Windows XP, que tiene previsto que llegue al mercado el próximo 25 de octubre, seguirán adelante como si nada. Antes de que se produzca ese lanzamiento, Microsoft debería distribuir, en el mes de agosto, el nuevo código a todos los fabricantes de computadoras que quieran incluir Windows XP en sus máquinas.
Respecto a la segunda de las cuestiones, la posición del Gobierno aún está por definir, pues la sentencia se produce seis meses después de la elecciones que entregaron la presidencia de Estados Unidos al republicano Bush. Miembros del antiguo equipo que llevaba el caso para el Gobierno han afirmado que con la sentencia en la mano Microsoft tendrá que justificar muchos de los detalles deleño de Windows.
El antiguo jefe de las autoridades antimonopolio del Departamento de Justicia, Doug Melamed, dijo que "van a tener que justificar" cada vez que un código de Windows restringe el acceso a la competencia. John Ashcroft, el actual fiscal general del estado, y Charles James, que ahora dirige la división antimonopolio, dijeron nada más conocerse la decisión de la Corte, que se trataba de una victoria para el Gobierno.
Para los observadores, ya es una toma de posición de ambos, que anteriormente habían cuestionado abiertamente la agresividad de la Administración de Bill Clinton en su actuación contra Microsoft. Sin embargo, antes de unirse al Gobierno, James cuestionó en varias ocasiones la decisión de partir Microsoft en dos, una que abarcara el sistema operativo y otra que se encargara de las aplicaciones. Herbert Hovenkamp, profesor de leyes de Iowa y especialista en temas de práctica contra la competencia, dijo sin embargo que "Ashcroft va a ser un poco más agresivo" que James. |