Es increíblemente maravilloso ver cómo Dios se valió de una joven campesina, sencilla y humilde, llamada María, para que la salvación entrara a este mundo, para que el Verbo se hiciera carne. Dios, por medio de ella, logró hacer historia concreta, personal en Cristo. Jesús, el Hijo de Dios, nació del seno virginal de María. A partir del momento en que ella lanzó la frase: "Yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra", el Verbo se hizo carne en ella y Cristo Jesús, el Señor, comenzó a desarrollarse, a gestarse en el seno virginal de María.
María era una mujer mística de oración profunda. Es en ese clima que experimentó cómo Dios, el Verbo, se hacía carne en ella. Luego, nació el niño en una cueva y María, la madre de Dios, estaba sumisa totalmente al Señor.
María Santísima, madre de Dios y madre nuestra, tiene también otra cosa muy linda. Sabe usted que Jesús, el Hijo de Dios, amó y ama siempre. Y el amor de Dios es un amor sin límites, claro que sí. Pero en la parte humana, la parte psicológica, la sensibilidad de Cristo, la ternura de Jesús dependió en gran parte de su mamá. Como Hijo de Dios, como Verbo Encamado, siempre amó. pero la forma de amar tierna, el vibrar ante el sufrimiento del prójimo, el llorar ante la tumba de Lázaro, el abrazar a los niños, ese hombre tan fuerte y vigoroso y al mismo tiempo tan tierno y cariñoso se desarrolló así en gran parte gracias a su madre, quien le transmitió valores muy profundos, valores muy humanos. Por eso Dios escogió a la mujer más santa para que formara y educara a Jesús.
María tiene una profunda cercanía con Jesús. Tanto así que ahora en el cielo, María es la más cercana a Cristo y. por eso. es la que más puede influir en relación con la acción de Cristo en la tierra. Si usted le pide a María que oren juntos al Señor para que Él realice algo en usted que es muy importante, entonces, la oración de María tiene una profunda y gran eficacia. María es la persona que más cercana está a Jesús. Si usted permite que María entre en su corazón y usted entra en el corazón de María y pide su protección y ayuda, ella hará grandes maravillas en usted, como hizo con Jesús. Ella sigue ejerciendo una función maternal muy grande en la historia de la Iglesia. Por eso les digo que amemos a María, imitemos a María. Ella intercederá mucho ante Dios para hacer de nosotros auténticos hijos de Dios. Y con la ayuda de Dios ¡SEREMOS INVENCIBLES!