P. Jorge Enrique Cortés, ssp
"Si yo reparto todo lo que tengo a los pobres y si entrego hasta mi propio cuerpo, pero no tengo amor, de nada me sirve" (1 Co 13, 3).
Ante todo digamos que san Pablo es un personaje extraordinario en todos los campos. Hombre de tres culturas: nacido y criado en la exigencia de la educación hebrea, orgulloso de su raza y de su secta; griego helenista por cultura y por educación básica y ambiente, y ciudadano romano por nacimiento y por derecho, con la mirada de horizontes infinitos como corresponde a las dimensiones del imperio romano. De temperamento fuerte y celoso de la rigurosa observancia de la ley judía.
El próximo 29 de junio se concluye en el mundo católico el Año Paulino, convocado por el Papa Benedicto XVI, para celebrar con un solemne agradecimiento mundial el acontecimiento del segundo milenio del nacimiento del Apóstol.
Las peregrinaciones y las visitas a los santuarios paulinos del mundo expresan la fe y el amor que el pueblo creyente profesa a este apóstol de las gentes. Y la Iglesia de todos los tiempos ha expresado su devoción a este apóstol, admirable por su ardor, por su avasallador espíritu misionero incansable y universal, y por haber coronado su vida y su obra con la inmarcesible gloria del martirio.
De este Año Paulino debe quedarnos el extraordinario ejemplo del Apóstol, su incansable espíritu misionero, su ardor y su pasión por la difusión del mensaje de Cristo.
Cada frase de sus cartas se convierte para nosotros en un programa de vida y de entrega total a Jesucristo. A modo de ejemplo cito solamente algunas de estas joyas: "Todo lo puedo en Aquél que me conforta"; "Ay de mí si no evangelizo"; "Me hago todo a todos para salvar al menos a algunos"; "Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo"; "Estad siempre alegres en el Señor"; "Para mí la vida es Cristo y el morir una ganancia", "El amor olvida y perdona siempre las ofensas"; "Cada uno tendrá que responder de sus propias obras" y otras muchas, porque san Pablo encarna también hoy para nosotros un modelo fascinante de vivir y de comunicar la experiencia de Cristo