Desde hace treinta y ocho años, recuerdo como periodista mi pequeño papel que tuve relacionado con la desaparición del sacerdote colombiano, Héctor Gallegos. Estaba como director encargado del noticiero de mayor audiencia de TV en esa época, cuando se recibieron llamadas desde Veraguas, denunciando la "desaparición de un sacerdote".
Como una reportera se encontraba en Chitré haciendo reportajes especiales, le solicité que "subiera" a Veraguas y averiguara esa desaparición.
Comprendo que no era muy agradable dejar Chitré para ir a las montañas de Santa Fe, Veraguas. Su negativa partió de una frase que siempre recuerdo:
"¿A quién le interesa la desaparición de un "curita" de pueblo, que a lo mejor está en algún poblado lejano...?"
Ese "curita de pueblo" todavía se recuerda treinta y ocho años después. Se ha convertido en uno de los símbolos de las atroces violaciones de Derechos Humanos cometidos por la dictadura militar.
Gracias a las entrevistas que dio un valiente campesino, se pudo evitar que la dictadura ocultara el hecho. Ese personaje señaló que el padre fue llevado por personas que "andaban en un jeep militar".
De inmediato hubo una de las luchas comunicativas y sociales más difíciles para la dictadura militar panameña. A mí me tocó vivir parte del hecho...
No se atrevía el Gobierno a prohibir que la jerarquía de la Iglesia católica se pronunciara.
Yo era el encargado de dirigir las presentaciones de Televisión de Monseñor MacGrath y Legarra.
Cuando hablaba Legarra, el efecto en los televidentes era más pronunciado. Este sacerdote español tenía una voz fuerte y hablaba con ánimo y convencimiento.
Tan efectivo era en su mensaje, que me tomé el atrevimiento de ofrecerle empleo como locutor. Lo rechazó con una sonrisa.
Monseñor McGrath era más tranquilo en sus charlas, donde se pedía a la dictadura que aclarara la situación.
Luego de días de tensión, pues se temía insurrecciones en Veraguas, disminuyó la posición de la Iglesia. Se llegó a decir que los "militares le habrían dicho lo que pasó con Gallegos en secreto de confesión a jerarcas de la Iglesia".
Ese "curita de pueblo" que dio su vida por defender a los campesinos de los abusos de gamonales veragüenses, todavía perdura allá y acá. Lástima que los autores de su muerte nunca han dicho públicamente lo que sucedió...