¡Por descanso diste al hombre
El sueño tras la fatiga:
Pura mi lengua bendiga
Por siempre tu santo nombre!
H. Martínez de la Rosa (español)
Son pocos los conocimientos adquiridos con la enseñanza y la experiencia. La Divina Providencia cuida de nosotros continua y amorosamente; nade sucede, pues, por casualidad. Es necesario ampliar estos conocimientos con la práctica de la lectura amiga y consejera.
Santo Tomás de Aquino dice: "Dios no se comunica de ordinario con los hombres, en el orden de la gracia, si n con María". La intervención de Jesús Hijo Dios tiene dos aspectos esenciales: uno, de Redención en sus acciones y su muerte para borrar la enemistad antigua y reconciliarnos con el Padre; el otro, la Liturgia, oración que el Hijo del Señor dirigió y dirige sin el Padre, por nosotros. Ambos aspectos están en hebreo. Juan 9-11-28.
La Letanía, seguidores de Cristo, es la oración que los designados de su misión sagrada, que padecen indiscriminadamente críticas, rezan a diario con alma pura en la Iglesia, la Casa de Dios y de los feligreses. No hay ruta que para llegar a Dios y unirse a Él, es necesario tener presente la persona o individuo que Él eligió para descender a nosotros, para hacerse y comunicarnos su gracia: María, su piadosísima madre.
Una de las apremiantes alabanzas al Hijo de Dios es la Magnificat; también el Benedictus. Ambas son acciones de gloria para ensalzar y bendecir al Ser Supremo celestial.
¡Oh, Madre Santísima!, que tu alma esté perenne en todos nosotros para engrandecer a Jesucristo y regocijarnos con Él. S. Lucas de Monfort.
Dios Padre, omnipotente y sempiterno mira el corazón de tu queridísimo Hijo y las alabanzas y satisfacciones que te da en nombre de los pecadores. Y aplaca por sus divinos homenajes, perdona a lo que imploran tu divina clemencia de este mismo Jesús Cristo, tu Hijo, que siendo dios contigo vive y reina en unión del Espíritu Santo. Espíritu del Hijo y del Padre eterno, amor de uno y de otro, santifícanos.
Dios de Misericordia que fuiste constituido unigénito, redentor del mundo y quisiste ser aplicado con tu sangre contra los males de la vida presente de tal modo que eternamente gocemos sus frutos en el cielo.