Por la fiebre Mundial del Fútbol, los termómetros de la euforia revientan en todas las esquinas de Panamá, pero en algunos rincones habitan los "Gargamel (ogro de Los Pitufos)", los "cascarrabias", los "amargados", los "simples", a los que se les revientan las venas, pero de rabia, porque esa jodienda de 22 hombres pateando una pelotita lo paraliza todo.
"¿Hasta cuándo esta jodienda?", dicen los del otro lado, los de la línea en la que no ven fútbol.
Para ellos, ver cómo patean una bola no tiene gracia, y menos que se gaste tanta plata en eso. Los que odian el fútbol califican como una gran pendejada ver fanáticos vestido de caca -corrijo no es mierda- es Kaká, el carioca, o como el delantero argentino Messi, aunque los que porten el uniforme sean unos gordos, viejos o calvos.
Según los "Gargamel", es una bobera ver a un montón de panameños forrarse en banderas de otro país y sólo tomar líquido en vasos con la Copa de Sudáfrica o con motivos futbolísticos.
Para estos seres no deportivos, la Copa Mundial no es más que una masturbación mental para ciudadanos de un país, cuyo equipo ha fracasado en todos sus intentos para ir a una competencia en la que están los mejores.
Sin embargo, en el otro lado de la cancha están los más, en los que la pasión gira alrededor de una pelotita que tiene atrapado a todo el planeta.
Se escucha en la casa, en la calle, en los comercios y en las oficinas. Es el "passa passa" del momento, y la mayoría de los panameños lo único que tienen en sus mentes es tener al alcance una pantalla, y si es gigante, mejor.
Para el panameño del barrio, reunirse con la gallada en el patio del vecino para gritar cuando su equipo "patea" al contrario, es un momento que "no tiene precio" y nada ni nadie lo aparta del espectáculo a distancia.
Algunas mujeres aprovechan el momento para compartir con su pareja y tenerlo al lado por varias horas. ¡Aunque sea de esa manera!
"No voy a pelear con mi marido por una cosa que no se da siempre y que es pasajera, así que me siento con él a ver el partido", es el comentario común de señoras que, en estos casos, eligen pegarse a su esposo antes que dejarlo solo "encompinchado" y con las testosteronas a su máximo nivel, a las que les podrían buscar oficio una vez terminado el partido.
Así es la fiebre mundial. Los panameños se las ingenian para estar pendientes del desarrollo del evento, a través de todos los medios a su alcance: cable, radio, periódico, internet y lo último en tecnología celular. La cosa es no sentirse extraterrestre por no ser parte del fenómeno deportivo.
¡Que llegó una visita! ¡Que hay que atender a un cliente! ¡Que alguien pega una querella! ¡Que espere! Total, esa jugada no es lo mismo cuando se repite. Lo extraordinario es verla en vivo y gritar como un demente: ¡goooool!
