El alero Paul Pierce, decisivo en la victoria de los Celtics el jueves frente a los Lakers (98-88) en el primer encuentro de la Final de la NBA, pensó que "era el fin" cuando se retiró al vestuario tras sufrir una lesión en la rodilla derecha durante el tercer cuarto.
"Pensé que me la había roto porque escuché que algo había reventado", afirmó el capitán de los Celtics, nacido en California.
"Al principio no podía mover la pierna, pero logré levantarme y hacer algunos movimientos laterales. Quería seguir siendo parte del partido", agregó Pierce, que cambió el rumbo del encuentro con 15 puntos en el tercer cuarto.
"En ese momento me pasaban muchas cosas por la cabeza; ahora mismo me duele y habrá que ver cómo respondo y si puedo jugar el segundo partido", el próximo domingo, manifestó el jugador.
El entrenador de los Celtics, Doc Rivers, felicitó a su jugador y admitió que dos triples consecutivos anotados por él en ese periodo resultaron "decisivos" e "importantes" para el propio Pierce.
"Al tratarse de la rodilla, uno podía esperar cualquier cosa, así que me siento muy orgulloso de la reacción de mis jugadores", apuntó Rivers, quien resaltó la labor en la primera mitad de Sam Cassell.
A pesar de la victoria, el técnico local no quiso lanzar las campanas al vuelo. "No necesité hablar a mis jugadores de la importancia de este partido, sólo es baloncesto. Les dije que aún no estamos donde queremos llegar".