¿Pero quién te has creído que eres? ¿Acaso decidiste nacer el día y la hora en que así sucedió, o de tal padre o madre, o varón o mujer? ¿Sabes acaso el día y la hora de tu muerte? ¿Has comprado el aire que respiras, o puedes acaso mover tu corazón con los impulsos necesarios para vivir? ¿Podrías garantizarme que estarás vivo dentro de una hora, o un día, o una semana? Eres menos que un grano de arena en comparación con la dimensión del universo y un amasijo de huesos, carne y sangre que ayer nació y un día desaparecerá, volviendo a la tierra para confundirte como parte de esta materia que sigue transformándose.
¿Crees que lo haces todo? ¡Vaya afán de autosuficiencia! ¿No sabes que dependes de un número incalculable de operaciones diminutas de átomos con sus protones y electrones, de millones de células organizadas, de una sincronización de funciones de tus órganos vitales y de un misterioso impulso de vida que te mantiene vivo? Y tú no has contribuido en nada en la creación de esa compleja máquina llamada ser humano. Eres alguien perfecto en funciones vitales pero frágil en la existencia, inconsistente en su comienzo y fin, un ser que depende de todo para existir, alguien que "cuelga de un hilo" para estar hoy y aquí en la tierra. Un Misterio infinitamente inteligente está detrás de esto. No lo olvides. Estás vivo porque Alguien te sostiene vitalmente.
Ahora bien, dentro de todo este dependiente, temporal y maravilloso sistema vital, piensas, sientes, amas, odias, sueñas, lloras, mientes, cantas, añoras y te angustias, juzgas, perdonas, crees y te frustras. ¿Quién eres? No solamente caminas y comes, duermes y corres, eres algo más: un alma en el cuerpo, un espíritu encarnado, un soplo de vida inteligente que trasciendes todo lo terreno. Eres "hambre de Dios", un ser que aspira a algo grande, superior, excelso y sublime. Eres quien es capaz de verse a sí mismo, tomar conciencia de su ser, analizar lo que es y darle un nombre a la realidad. Eres un ser que buscas explicación de todo. Estás sediento de verdad y de encontrar una razón a tu existencia.
Hay en ti dos niveles que completan tu persona: el de lo temporal y caduco y el de lo eterno y gozoso. Hay en ti gracia y pecado, luz y oscuridad, amor y egoísmo, una lucha constante. Pero "eres en Él" y con Dios serás invencible.