La cédula de identidad es un documento que no debe ser otorgada de manera tan sencilla a cualquier extranjero. El caso del narcotraficante colombiano Pablo Joaquín Rayo Montaño así lo demuestra. Bajo el supuesto de ser un inversionista, la legislación panameña permite a ciudadanos de otros países obtener la residencia y hasta optar por cédula panameña.
No es posible que a un narcotraficante se le conceda un documento de identidad emitido por las autoridades panameñas. Lo peor del caso es que todo indica que cuando Rayo Montaño llegó a Panamá ya tenía casos pendientes en Colombia. El expediente que reposa en Migración revela que a éste no se le exigió el prontuario policivo emitido por las autoridades de su país.
El narcotráfico busca toda clase de mecanismos para penetrar negocios legítimos y buscar pantallas que les permita cubrir sus operaciones ilícitas. La cédula obtenida por Pablo Rayo Montaño, sin duda le permitía movilizarse fácilmente en Panamá y en el exterior, sin levantar sospechas.
Este caso nos recuerda al de Pablo Emilio Escobar Gaviria, el jefe del Cartel de Medellín, que también logró una cédula panameña, pero suplantando la identidad de otro panameño.
Las autoridades debe revisar la legislación en torno a ese tipo de facilidades que se le otorgan a inversionistas extranjeros, para evitar que se dañe la imagen de un documento que sirve para identificar a los nacidos en esta Patria.
Lo sucedido debe ser investigado profundamente y deben hacerse modificaciones a la legislación, para prevenir que ese tipo de situaciones vuelvan a repetirse, ya que ese tipo de acciones ponen a dudar de la seguridad de un documento oficial que emite el Estado panameño.