Vi gente joven rodeándolo y un murmullo de admiración lo acompañaba. Era Monseñor Rómulo Emiliani visitando la redacción de este periódico. Quedó frente a mí, me extrañó su delgadez y me llamó la atención una especie de aureola de santidad que lo rodea.
Al estrechar mi mano me preguntó por mis escritos, cosa que me agradó por ser uno de mis lectores. Tratando de ser chistoso le pregunté por la "fórmula para adelgazar". Rápidamente dijo que "correr y hacer dieta".
Esas fueron sus palabras, pero quedó en mi espíritu que algo más tiene que haber cambiado el "look" de Monseñor. Y no sólo es su barba que lo hace distinto al que conocíamos. Bueno, después de todo como pregona él: "Con Dios Ud. es invencible".
De otro conocido que tengo años de no ver, supe que sigue activo como profesor y escritor. Es Olmedo Domingo, quien fue uno de los funcionarios de confianza del Rector Dr. Bernardo Lombardo, en la Universidad de Panamá.
Fue el Rector Lombardo quien me entregó el diploma de Licenciado en Periodismo, el dos de diciembre del año sesenta y cinco.
Ya periodista, el profesor Domingo se distinguió por ser buen anfitrión en las conferencias de prensa de la rectoría universitaria.
El respeto que siempre tuvo hacia mí, un novato en el periodismo, es algo que recuerdo con agrado. Me enteré que Olmedo a sus setenta y siete años, ha publicado un libro titulado "El Penonomé Profundo", que estoy seguro contribuirá a exaltar a esa ciudad coclesana.
Otra persona que conocí hace años y recibió un merecido homenaje, fue el maestro Marco Alarcón.
Fue alumno de periodismo, inquieto y preguntón, y sólo le quedó terminar su tesis. Hicimos contactos para realizar este trabajo, pero la ajetreada vida lo impidió.
La democracia panameña le debe mucho al maestro Alarcón. En momentos en que la dictadura militar hincaba sus garras con ferocidad en Panamá, este sencillo maestro dijo "basta" y se le enfrentó.
El hecho que nuestros jóvenes no hayan sido envenenados con teorías exóticas izquierdistas, disimuladas en una Reforma Educativa, se le debe en gran medida a Alarcón.
Hizo bien este gobierno en darle la condecoración Manuel José Hurtado. Ojalá pudiera escribir sus luchas, para que quede un libro sobre lo que hicieron panameños valientes por volver a vivir en Democracia.
Nunca fui muy buen alumno de ciencias y matemáticas. Pero la profesora Thelma Velarde, de Ciencias, se esforzó en el Instituto Nacional por enseñarnos bien su materia.
Cuarenta y tres años se cumplieron en febrero de haberme graduado en el "Nido de Aguilas". Con los años ha aumentado la gratitud hacia ciertos profesores, que trataban de darnos lo máximo en sus clases.
A la profesora Thelma la veo "casi como antes", llena de vitalidad y siempre con una sonrisa de optimismo, orgullosa del éxito logrado por sus antiguos alumnos. |