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REFLEXIONES
"Tres millones"
Carlos Christian Sánchez C.
Relacionista internacional
El número arriba expuesto es la supuesta cantidad de seres humanos que viven en nuestro país, un pequeño territorio de 75 mil kilómetros cuadrados de tierra seca entre dos océanos. Para las estadísticas mundiales, tres millones de personas no es nada. La humanidad está compuesta por nada menos de seis mil millones de individuos. Pero, en lo que respecta a Panamá, saber cuántas personas habitan el Istmo, es esencial para que las autoridades gubernamentales sepan las consecuencias sociales y económicas del crecimiento humano, en el mismo principio del Siglo XXI. En pocas horas, un magno proyecto de la Contraloría General de la nación se implementaría para conocer la exactitud de población que tenemos. El Décimo Censo de Población y Vivienda determinará factores verídicos sobre la situación actual de la gente en Panamá. ¿Cuántos somos? ¿Qué cantidad de desempleados hay en el país? ¿Cuántos hogares existen y el número de familias que viven en extrema pobreza? ¿Todos tienen una residencia? Sencillamente, estas preguntas sólo serán resueltas cuando los empadronadores terminen de contar a los habitantes del Istmo, mañana en la tarde. Empero, como buenos ciudadanos, todos los panameños debemos permanecer en nuestros hogares para que los especialistas del Censo Poblacional concluyan de analizar la masa humana que viven en las grandes ciudades, además de los moradores de los campos, selvas y montañas de la tierra entre océanos. Panamá no es el único país que también efectuará un censo. Varias naciones latinoamericanas y los mismos Estados Unidos, también deberán contar a sus pobladores, para efectuar planes generales destinados al manejo de la cosa pública. Un tema es controversial en el censo, aquí en Panamá como en el resto de la América: saber si la migración humana foránea ha incrementado la población de las naciones receptoras y qué incidencia de efectos socio-económicos resultan de la presencia de extranjeros en dichos Estados. Si el censo panameño es realmente verídico y estudia los elementos del traslado humano al Istmo, notaremos un leve ascenso en la migración del Asia, proveniente de la India, China Popular y Pakistán, en los últimos diez años. También, el movimiento de personas de Colombia, Centro América y el Caribe ha de subir por la condición benéfica de Panamá, en su trato a los extranjeros. Por otro lado, un punto sensitivo del Censo de Población del 2000 es el que debe determinar la naturaleza y edad de los habitantes: posiblemente nos encontraremos con unos dos tercios de pobladores jóvenes, con menos de 21 años de edad. Casi dos millones de panameños son adolescentes. Seguramente, los jóvenes en Panamá tienen muchos retos para sobrevivir en este país: la necesidad de educación adecuada, falta de oportunidades de empleos, carencia de vivienda propia, escasa atención en salud y las presiones diarias de la vida en el mundo globalizado. El prodigio de una población adolescente generará serios problemas debido a la tendencia del crecimiento humano. La sexualidad es tomada a la ligera por las mentes inmaduras, provocando la aceleración de la crisis social que vive Panamá. Para finales de este año, nuestra nación será sede de una conferencia iberoamericana que tratará el tema de la niñez en el Hemisferio Occidental. Si vemos las cifras de la pobreza de los niños y los nuevos adultos, palparemos la realidad del sufrimiento de la gente común. Quizás en el foro de noviembre próximo, Panamá puede hacer una buena presentación sobre sus expectativas para resolver los problemas sociales de su población, dejando entrever que admite su crisis interna social, pero que se dedicará a luchar por el bien colectivo. Ojalá que el resultado del Décimo Censo de Población nos revele la verdad sobre la forma que viven muchos hogares, carentes de atención general.
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