Recuerdo cuando en mis años mozos para poder comer un mango de los árboles plantados en la Zona del Canal, teníamos que estar en buenas condiciones físicas, pues después de tomar el mango, teníamos que correr antes que nos capturaran la Policía "zoneita", ya que era un delito coger mangos en la Zona del Canal y por eso éramos perseguidos por esa policía extranjera en nuestro propio territorio, cual vulgar ladronzuelo.
Vivíamos en Calle Estudiante entre las Calle "J" y Calle "K", frente a Patio Rochet, así que la Avenida 4 de Julio que separaba la ciudad de Panamá de la Zona del Canal, nos quedaba bastante cerca, para huir de la policía zoneita luego de atrapar una media docena de mango verde, que luego nos reuníamos en el callejón y preparábamos la famosa ensalada de mango con vinagre de la tía Chola, sal de la señora Esilda y pimienta de la mamá de Tito Chandler.
Cada vez que burlábamos la persecución de la policía zoneita, desde la acera que bordeaba el gimnasio del Instituto Nacional, le sacábamos la lengua a los zoneitas y le hacíamos burlas.
Si te atrapaban "robando" mango en la Zona del Canal, eras juzgado en la Pólice Station of Balboa, por un juez estadounidense y con leyes norteamericanas y toda la acusación en el idioma inglés.
Todo este recuerdo vino a mi mente este fin de semana cuando junto con mi esposa e hijos, estuvimos recogiendo mangos en la antigua y mal llamada Zona del Canal. Nos divertimos recogiendo libremente nuestros mangos en nuestro territorio soberano sin policías ni leyes extranjeras, sin enclave colonial, recorrimos toda la calzada Amador, que gracia a una lucha generacional que culminó con la firma de los Tratados Torrijos-Carter, todos lo panameños podemos disfrutar.
Dos grandes sueños hechos realidad lo estuve disfrutando con mi familia: El primero, ver ondear nuestro emblema patrio en la cima del Cerro Ancón y el segundo, caminar libremente por todo el territorio de la otrora "Zona del Canal".
Gracias a los mártires que cayeron soñando con un Panamá, libre, independiente y soberano. Gracias hermanos míos panameños por este legado. Gracias porque la sangre derramada no fue en vano, ya que hoy podemos decir que vivimos en un solo territorio cubiertos por una sola bandera, la Bandera de la República de Panamá.