Da risa y hasta lástima ver a muchos candidatos a puestos de elección -en esta recta final hacia el 3 de mayo- ofreciendo bolsas de comida, bloques, hojas de zinc y de todo en las barriadas de nuestro país, esperando que esto les va a servir para salir airosos en los conteos. Es una extraña mezcla de viveza e ingenuidad.
Se acercan a las casas de la gente pobre, en barrios apartados y olivdados donde no han puesto un pie en sus vidas, y rodean con sus brazos los hombros de señores, besan a las señoras y cargan a los pelaos, como si fueran el padrino de la comunidad.
"Soy el candidato X del partido Y. Díganme qué necesitan y yo se los traigo", es la expresión que sueltan. La ilusión que montan es que son gente que resuelven los problemas de las comunidades, que solo piensan en su pueblo y que todo lo hacen desinteresadamente. Claro, detrás de ellos lo corretea una batería de camarógrafos y fotógrafos que captan cada instante de su "desinteresada" ayuda al necesitado, para luego repartir las imágenes a los medios de comunicación y que así todo el mundo sepa qué buen candidato es X.
Lo cómico, e irónico a la vez, es que mientras un candidato respaldado por el dinero de donantes y por un subsidio manejado por su partido se pinta como el benefactor de los desesperados, el desesperado realmente es él. Cuando un candidato se ve en la necesidad de estar regalando comida y materiales de construcción, pueden deducirse dos cosas: primero, que no puede competir en base a propuestas, y segundo, que no está seguro de que vaya a ganar, y ya no sabe qué hacer para obtener los votos.
Entonces tenemos a un hombre (o mujer) que se presenta como el padrino, pero se comporta como un pordiosero. Un pordiosero de votos.
La parte de "viveza" se explica porque nada de estos regalos y dádivas vienen de su propio dinero. Son recursos del estado, o bienes comprados con el subsidio electoral, o con plata de los donantes. ¡Qué sabroso es regalar lo que no es de uno!
Lo de ingenuo viene porque cuando los candidatos se aparecen en las comunidades, ya todos saben por dónde vienen. Lo han visto muchas veces, cada 5 años. Y ya están claritos de que pueden recibir el regalo, pero al final votan por quien les da la gana.
Sigan durmiendo de ese lado. Cuando la gente se pare frente a la urna, ustedes no podrán estar junto a ellos diciéndoles que hacer.